Uno de los disfraces que tuvo más éxito en la noche de Halloween fue el de Puigdemont.
En este país hay cierta costumbre a relativizar temas graves, a que no nos quiten el sueño. Esta vez el protagonista ayuda. El proceso independentista sigue siendo un drama, pero Puigdemont, con su surrealista huida, parece empeñado en darle un tinte de comedia.
Ya no solo no respeta la Justicia, parece haber perdido el respeto por sí mismo.
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