El Consell ha empezado el curso, escolar y político, con fuerza. La asignatura pendiente que arrastraba para septiembre era saber qué modelo lingüístico iban a aplicar los colegios tras la anulación judicial de parte del decreto que establecía seis niveles y que vinculaba la mayor presencia del inglés a la del valenciano.

El pasado viernes, el conseller de Educación, Vicent Marzà, desveló la solución: un decreto ley que blinda la elección de valenciano y castellano que hicieron los padres con el decreto suspendido y fija tres líneas (A, B y C) para la etapa de 3 años y la experimental de 2 años. En todas ellas, la carga de horas en inglés es la misma. Según Marzà, no se corresponden con el anterior plan. La norma, que solo puede ser recurrida por el Gobierno central o por 50 diputados o 50 senadores, pretende "garantizar la normalidad" en los centros.

Esa normalidad se vio alterada por las decisiones del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV), que en pleno verano dejó claro al Consell que no podía aplicar el decreto. Pues bien, Puig, Oltra y Marzà han decidido contraatacar y aplicar otra norma que garantiza el espíritu del plurilingüismo. El diputado de Compromís Josep Nadal lo resumió en un tuit: "No tenemos miedo y vamos a por todas". Todo un órdago para un curso que se prevé, otra vez, agitado.