CÉSAR JAVIER PALACIOS. PERIODISTA EXPERTO EN MEDIO AMBIENTE
OPINIÓN

Las golondrinas se van de luna de miel

César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.
César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.
JORGE PARÍS
César Javier Palacios, colaborador del 20minutos.

Hoy traigo al periódico una historia deliciosa. Un bello relato de amor surgido entre dos golondrinas viajeras; de caserío, para más orgullo. Nos la regala el Urdaibai Bird Center, un centro vizcaíno de interpretación de la naturaleza donde te enseñan a amar las aves.

La golondrina es el símbolo de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, tan viajera como el pueblo vasco. Por eso el 18 de julio de 2014 los responsables del centro decidieron hacer un curioso experimento en un caserío cercano denominado Etxebarrieta, en el municipio de Múgica. Eligieron a una pareja de estas aves que criaba a la entrada de la casona y les instalaron en diminutas mochilas a sus espaldas unos geolocalizadores. Son pequeños ordenadores espías capaces de ir almacenando la posición exacta de los pajarillos, estén donde estén. Livianos dispositivos donde se graban todos los secretos de su fascinante viaje una vez abandonan los nidos. No les provocan molestias y alimentan nuestra curiosidad. Aunque las posibilidades de lograrlo eran escasas. Como reconocen los responsables de la experiencia en la revista del centro, "el desafío era enorme, ya que prácticamente la mitad de las golondrinas mueren en su viaje a África". Pero también es cierto que las que logran sobrevivir al periplo y llegan a adultas tienen más posibilidades de alcanzar edades tan elevadas para la especie como los 16 años, que para ellas es como para nosotros tener 90 años.

Primera gran pregunta del experimento: ¿volará junta la pareja en su migración a África? Y primera gran sorpresa: sí que lo hicieron. A pesar de unirse con otros cientos de golondrinas y de acometer un viaje que no es directo, sino que van mariposeando de un lado para otro, nuestras golondrinas fueron todo el rato juntas como cualquier pareja en viaje de novios, solo que aquí la luna de miel empieza cuando los hijos se independizan. El 9 de septiembre abandonaron a la vez Urdaibai, atravesaron toda la península ibérica, cruzaron el estrecho de Gibraltar y el terrible desierto del Sahara, pasaron por el Sahel y sobrevolaron raudas las primeras selvas tropicales. Apenas 10 días después de dejado el caserío, el 19 de septiembre ya estaban en Liberia, cerca de su capital, Monrovia. Se habían metido entre pecho y plumas cerca de 4.000 kilómetros de aleteo, a una media de 400 kilómetros diarios... y todo el vuelo lo hicieron juntas.

Liberia fue su destino vacacional elegido, al igual que el de otros cientos de miles de golondrinas con las que dormían en apretados y ruidosos dormideros comunales. Les gustó tanto el sitio que alargaron las vacaciones seis meses. Pasado el invierno, su reloj biológico les señaló la necesidad de regresar al País Vasco, donde el instinto les garantizaba una buena cosecha de mosquitos con los que alimentar a su futura prole. Así que hicieron las maletas. El 28 de marzo emprendieron el viaje de regreso a Urdaibai, al frío norte euskaldún.

Y aquí vino la siguiente duda. ¿Son realmente fieles las golondrinas? ¿Regresa la misma pareja al nido del año anterior? ¿Volverían a criar juntas en el caserío de Etxebarrieta? ¡Claro que sí! Las dos llegaron a la vieja casona con apenas un día de diferencia. El macho regresó el 10 de abril y rápidamente se puso a arreglar con barro los desperfectos sufridos por el nido durante el invierno. La hembra apareció el día 11 y no quiero ni imaginarme las trisas que juntos se lanzaron.

No siempre será así, es verdad. La proeza de esta delicada parejita vasca no se puede generalizar para toda la especie. Como en nuestra vida real, algunas salen más promiscuas y otras más despistadas, alocadas o son menos afortunadas. Pero no me negarás que al escucharlas charloteando en la cuerda de tender la ropa "mientras la tarde cede bajo el peso frondoso del sol anaranjado", como las canta el poeta Eduardo Fraile, su gorjeo no te suena a siesta amorosa de este verano que nos llegó demasiado pronto.

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