CARMELO ENCINAS. PERIODISTA
OPINIÓN

Tecnología para niños y ancianos

Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.
Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.

Detesto los manuales  de instrucciones. No me refiero al tríptico que explica sucintamente el manejo de un producto sino a esos tochos a que nos tienen acostumbrados los fabricantes de aparatos que tanta pereza da mirarlos.

Cuando el uso de un artilugio requiere la digestión de una guía de funcionamiento en formato Biblia es que sus diseñadores no pensaron lo suficiente en el consumidor al que va destinado. Son instrucciones casi siempre traducidas precariamente de algún idioma extranjero, lo que añade mayor laboriosidad y tedio a su masticación.

Creo, en consecuencia, que la simplificación en el manejo de cualquier ingenio electrónico ha de ser un elemento comercial de primer orden.  ¿Quién no tiene arrumbado en un cajón, de esos que raramente abrimos, algún cacharro que prometía muchas prestaciones y que apenas usamos porque nunca terminamos de entenderlo?

Hace casi quince años una conocida multinacional del sector tecnológico  comprendió que la complejidad era un handicap comercial y se propuso el reto de ofertar los productos más avanzados con un accionamiento sencillo. No lo consiguió del todo pero sí logró avances notables e introdujo la cultura de la simplificación obligando a sus competidores a esforzarse en el mismo sentido.

El factor clave para lograrla es la intuición. Todo aquello que puedas usar guiándote de la pura lógica y sin asumir el riesgo de perderte en sofisticados recovecos mejorará la confianza del usuario en el aparato y, en consecuencia, su rendimiento. Si por el contrario lo manejas desde el temor a perderte en el proceso y que una maniobra errática pueda provocar cualquier pequeña catástrofe, el uso será deficiente.

Es verdad que no todos desarrollamos las mismas habilidades y que hay personas que parecen nacidas para sintonizar con las máquinas y otras que se enredan con un botón. Lo difícil es ponérselo fácil a estos últimos para que cualquiera pueda acceder a una manipulación segura sin necesidad de hacer  cursillos. Ahí reside el éxito de las tabletas y los teléfonos inteligentes cuya generalización ha logrado desplazar incluso a los ordenadores. La venta de estos últimos, que a nivel mundial alcanzó en 2011 su punto cenital, fue cayendo en los cinco años siguientes hasta situarse en los niveles comerciales de 2007.

Las pantallas táctiles han ganado la batalla a los ordenadores, además de por tamaño y ligereza, por su enorme simplicidad y porque en ellas puede practicarse el sistema de prueba y error sin miedo alguno hasta alcanzar el objetivo deseado.

La gente mayor, que no terminaba de entenderse con los móviles y aun menos con los ordenadores, ha visto el cielo abierto en estos dispositivos inteligentes que no requieren un curso de iniciación de más de cinco minutos. Dispositivos que incluso un bebé de dos años puede aprender a manejar en términos elementales sin requerir entrenamiento alguno. Una tecnología pensada para niños y ancianos la agradecemos todos.

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