CARMELO ENCINAS. PERIODISTA
OPINIÓN

La España feliz de los camareros

Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.
Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.

La felicidad de un país se mide por el número de camareros por habitante. Eso le oí decir al presidente de una patronal de la hostelería, quien responde con tan singular indicador a quienes expresan con desprecio que España es un país de camareros. Que de los 20 millones de contratos laborales que se firmaron en el 2016, 2,5 millones fueran de camareros no debiera escandalizar a nadie.

Vivimos en un país que recibe casi 80 millones de turistas al año. El turismo es nuestra primera industria y los recursos que proporciona representan más del 11% del PIB. No tiene que extrañar, en consecuencia, que el 12,5% de los contratados el año pasado sean camareros, habida cuenta además del intenso régimen de temporalidad a que está sometida su labor.

A la fortaleza de este sector no solo hay que agradecer el haber librado a España de la quiebra en los años críticos de la crisis, sino el de absorber una parte importante de los dos millones de empleos que dejó tirados el colapso de la construcción. Mano de obra, en su mayoría, no cualificada que hubo de  reciclarse y cambiar el ladrillo por la bandeja para salir del agujero. Y esto ha ocurrido precisamente en un país donde el nivel de profesionalidad de la restauración es muy alto en comparación con los de nuestro entorno.

Seguro que cada uno de nosotros tendrá en la cabeza una nutrida relación de excepciones, pero cualquiera que haya rodado algo por el mundo habrá llegado a la conclusión de que en pocos lugares del planeta la hostelería funciona como aquí. Quienes acceden a esa actividad laboral en general aprenden de sus compañeros de trabajo y suelen hacerlo rápido y bien porque la necesidad hace al órgano. Así que denostar la magnitud alcanzada por el sector no solo es injusto, sino estúpido por el indispensable oxígeno que ha proporcionado y proporciona a una economía con respiración asistida.

A España no le sobra un solo camarero, lo que sí le falta es que otros sectores de la producción crezcan con igual vigor y competitividad que lo hace el suyo. Que la industria y la economía del conocimiento encuentren los caladeros de negocio y empleo que nuestro país requiere para salir realmente fortalecidos de la crisis. Una apuesta decidida por la investigación y el desarrollo que logre repatriar el talento que marchó al exilio y accione todo su enorme potencial aquí en casa.

El comercio exterior y la ingeniería civil marcaron también en los años más duros el camino de la competitividad y son referentes adicionales que indican lo que los españoles son capaces de hacer cuando se ponen a ello.

La abundancia de camareros es, en efecto, un indicativo de la felicidad de un pueblo, pero seríamos aún más felices si el mercado laboral reflejara una mayor proporción de investigadores en todos los campos de la producción. E incluso a los camareros les iría mejor

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