CARLOS SANTOS. PERIODISTA
OPINIÓN

Agua en la pólvora de los oportunistas

Carlos Santos, colaborador de 20minutos.
Carlos Santos, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carlos Santos, colaborador de 20minutos.

El padre Julio, que lleva 55 años en Centroamérica jugándose la vida en defensa de la libertad y la dignidad de las personas (sin haber enarbolado nunca ninguna bandera), ha venido unos meses a España y nos encontramos en Almería, donde yo llego después de un par de semanas en el extranjero intentando desconectar de una actualidad política pringosa, incómoda, molesta y, sobre todo, triste. Misión imposible. Aunque tengo callo en el oficio de mirar, contar e intentar explicar la realidad, los sucesos de estos días me desbordan. Mi capacidad de análisis no da para más y eso es lo que le digo a Julio, cuando me pregunta qué demonios está pasando en Cataluña. Él tampoco entiende nada. Sostiene, por lógica, que la responsabilidad principal de este problema político es de quien ostenta la máxima responsabilidad política:

- El problema catalán ha existido siempre, pero nunca con estas dimensiones, y cuando el periodo actual se recuerde en el futuro todos recordarán que el presidente era, es, Mariano Rajoy. Es a Rajoy a quien se le ha ido de las manos la situación. Asombroso su modo de afrontar este problema.

- Pero ningún presidente -hago de abogado del diablo- había tenido que enfrentarse hasta hoy a un órdago como el que le han echado desde las instituciones catalanas, con la ley de Referéndum y la ley de Desconexión. Primero se le ha ido de las manos, o han dejado que se le vaya, a Puigdemont y compañía cuando han optado por la desobediencia civil y la rebelión.

-Sí, pero la obligación de Rajoy es medir bien la respuesta y, desde luego, acertar con esa respuesta. Es evidente que no ha acertado. Llevo semanas observando, esperando, y solo he visto amenazas. Esa no puede ser la única respuesta a quienes están manejando las emociones de la población. Repasamos los sucesos de estos días. Ni él, que vivió en Barcelona en los años 50, ni yo, que viví en los años 70, podíamos imaginar que algún día veríamos a Gas Natural, Banco de Sabadell o Freixenet trasladando su sede social fuera de Cataluña. Pero mucho menos podíamos imaginar lo que vimos unos días antes: guardias civiles y policías nacionales intentando abrirse paso a golpes en medio de una movilización ciudadana gigantesca. La ley no se puede defender solo con guardias, es evidente. A esos funcionarios los metieron en una ratonera, sin valorar el inevitable riesgo de situaciones como aquellas cuya imagen ha dado la vuelta al mundo.

El padre Julio, que no solo ha defendido la vida y la dignidad de las personas en la selva (a veces bajo las bombas) sino también en lugares mucho más inhóspitos, como los pasillos de la ONU, sabe que los problemas políticos no se pueden resolver solo por la fuerza: además exigen maña. Yo recuerdo lo que he dicho tantas veces, aquí mismo: hay que golpear con el mazo de la ley, pero sin dejar de rogar al dios de la política. El sábado vimos juntos en la televisión las imágenes de gente que hacía ondear las banderas propias frente a banderas ajenas y decía a gritos que "con los golpistas no se puede dialogar" (mentira: en mi libro Avión Club, una historia de los 80 recuerdo las negociaciones tras el 23F, que empezaron en la mismísima puerta del Congreso).

Le enseño a Julio una muestra del cotidiano cruce de barbaridades en las redes sociales. No le extrañan. Él también vio en la tele a energúmenos gritando "¡a por ellos!"  a los guardias que se embarcaban en la expedición catalana. No  le caben en la cabeza esas conductas. Ni a mí. Le cuento que a quienes pedimos diálogo, templanza, entendimiento y concordia nos llaman "equidistantes". Le hago notar que somos muchos pero armamos menos ruido que aquellos que están intentando pescar en río revuelto. Mis reflexiones coinciden con las de esos ciudadanos que están empezando a salir a la calle sin banderas. Supongo que ha llegado la hora. Alguien tendrá que echar agua en la pólvora de los oportunistas.

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