ANDRÉS ABERASTURI. PERIODISTA
OPINIÓN

La tercera pata o el drama de la justicia

Andrés Aberasturi, colaborador de 20minutos.
Andrés Aberasturi, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Andrés Aberasturi, colaborador de 20minutos.

No es fácil entender lo que ocurre en este bendito país en muchos campos. De los tres poderes que conforman los pilares de una democracia, dos van por libre y pueden dar el espectáculo que quieran, será el pueblo quien les premie o les castigue. El legislativo es muy dueño de expresarse como desee, de preguntar los planes del Gobierno ante un ataque de zombis  o de vender un voto de apoyo decisivo al mejor postor. Algo parecido ocurre con el Ejecutivo –aunque más grave–, que puede abusar de su poder aun estando en minoría y ordenar la vida de todo a golpe de decreto. Pero, ay, llega la tercera pata que debería estar libre de toda sospecha, al margen de toda ideología partidista, por encima del bien y del mal en su absolutamente necesaria independencia porque el poder judicial debería ser, en último término, el garante de los posibles desmanes de unos y de otros. Pues se ve que no.

El penúltimo escándalo, porque no se puede calificar de otra forma, y digo penúltimo porque cada mañana se despierta uno con un sobresalto nuevo, lo protagonizaba, como ya es sabido, el fiscal jefe Anticorrupción, Manuel Moix,  que –con el visto bueno al parecer del fiscal general del Estado– intentó desestimar un registro en la operación que ha llevado a los calabozos al expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González. Que la fiscalía sea un organismo jerárquico puede ser discutible, pero que el fiscal general se siga apellidando 'del Estado' en lugar de 'del Gobierno de turno' después de lo que llevamos viendo en lo que va de democracia, es un insulto a la inteligencia.

Como es un insulto que se diga de jueces –y fiscales– "tranquilo, que este es de los nuestros", cosa que al parecer, siempre presuntamente, claro, ha ocurrido con en el caso de Ignacio González y el fiscal Moix. El escándalo está una vez más servido ante la incrédula visión de los ciudadanos. Pero una vez consumado, resultan aún más graves las explicaciones.

Porque el registro al que se opuso el fiscal Moix se llevó a cabo gracias a la Junta de Fiscales que invocó al artículo 27 del estatuto de la fiscalía para convocar a la Junta ante una discrepancia grave y la mayoría votó por desobedecer la orden del jefe. Pues esto, que según me cuentan fiscales, no es en absoluto frecuente, para Moix es "un mecanismo de disenso normal" y una "actuación habitual". Pues parece que no. Y siguen las controversias con la nota de la Fiscalía General del Estado que en su segundo punto niega que se haya tratado de obstaculizar esta investigación; si es así ¿por qué tiene que reunirse la Junta de Fiscales y apoyar la orden de registro?

Mientras la Justicia siga en buena medida en manos de los partidos gracias a los consensos en los nombramientos, esto no puede funcionar o estará siempre bajo sospecha. Uno se cansa de repetirlo, pero el sistema judicial español, además de ser increíblemente lento, está tocado y ante la Ley, es triste decirlo, no somos todos iguales.

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