El turismo que trae sequía

  • La campaña WET denuncia conflictos por el derecho al agua en destinos turísticos.
  • Los acuíferos españoles están amenazados por la sobreexplotación.
  • Los visitantes pueden invertir la tendencia tomando conciencia de la situación.
El 'sky line' de la ciudad turística colombiana.
El 'sky line' de la ciudad turística colombiana.
Ana Vega
El 'sky line' de la ciudad turística colombiana.

Algunas cifras para leer despacio. Los hoteles de la isla colombiana de San Andrés consumen el 35% del agua disponible en su territorio. Se calcula que los turistas que viajan a Zanzibar gastan 15 veces más agua que la población local diariamente. Los campos de golf de Bali riegan tres millones de litros de agua cada día, al mismo tiempo que algunos residentes tienen que andar tres kilómetros para buscar el que van a consumir. En Botswana, mientras que a los bosquimanos se les ha prohibido reabrir un pozo utilizado por sus ancestros, los apartamentos de lujo de la reserva del Kalahari tienen piscina y permiso para perforar en busca de más agua. Por su parte, la localidad costarricense de Sardinal lucha desde hace tiempo para que no se construya el conducto que prevé utilizar su acuífero para abastecer complejos turísticos a pie de playa.

Estos son sólo algunos de los casos destapados por la organización británica Tourism Concern, que ha puesto en marcha el proyecto Water Equity in Tourism (WET) para investigar y denunciar cómo los intereses de las empresas turísticas están vulnerando el derecho al agua de muchas poblaciones en todo el mundo. En la mayoría de los casos se trata de complejos hoteleros que se apropian de las reservas necesarias para la población y la agricultura local, llegando en ocasiones a agotar los acuíferos subterráneos. Además, contaminan con residuos de todo tipo y propician la intrusión de agua salada en los cauces aptos para consumo.

España: cambio climático y sobreexplotación

Existen dos razones para que prestemos una atención especial a este tema en nuestro país. En primer lugar, somos uno de los territorios en los que se prevé una desertización más rápida como consecuencia del cambio climático. En segundo lugar, el desarrollo turístico español se ha realizado abusando de la construcción y ha provocado masificación en determinadas zonas del litoral.

Si hablamos de sobreexplotación de los recursos hídricos, el turismo de golf es actualmente el que más controversia genera. En el plano económico y empresarial, esta modalidad de negocio que combina instalaciones deportivas y complejos residenciales y hoteleros se ha consolidado como una alternativa al turismo de sol y playa, rompiendo además la estacionalidad que lo caracterizaba. Los promotores de nuestro país han apostado fuerte por estos proyectos en los últimos años y actualmente España acapara el 35% del mercado en Europa, con más de 400 campos activos.

El Levante español tiene el mayor número de instalaciones de este tipo debido a sus suaves inviernos, pero también es una de las zonas más áridas y con mayor actividad agrícola del país. Esta circunstancia ha provocado un amplio debate sobre la viabilidad ambiental de la situación. Aunque ninguna autoridad se pone de acuerdo en las cifras, es obvio que el mantenimiento del césped consume grandes cantidades de agua. Además, estos proyectos llevan aparejada la construcción de grandes urbanizaciones y hoteles que aumentan el consumo. En la actualidad, algunos campos se riegan con aguas residuales depuradas de las viviendas de sus complejos pero, en cualquier caso, el impacto en los acuíferos es innegable.

El turista puede invertir la tendencia

El aumento estacional de la población en muchos lugares trae como consecuencia una mayor presión sobre los recursos naturales. Generalmente, la llegada de visitantes se produce en verano, y el calor hace crecer especialmente la demanda del agua, tanto para el consumo, como para el aseo y el disfrute de actividades lúdicas. Además, las plantas de depuración en ocasiones no están preparadas para el volumen de residuos que se generan en temporada alta, lo que ocasiona que baje la calidad del agua en cauces y costa.

En estos casos, el comportamiento del visitante es fundamental para minimizar los daños provocados por el turismo masivo en ciertas zonas. Las normas básicas de uso racional del agua, que se han intentado inculcar para el día a día en el domicilio, no deben olvidarse en los periodos vacacionales (aunque la factura del agua no corra a cuenta del huésped). Además, y por supuesto, el viajero tiene la opción de elegir como consumidor un destino en el que su presencia no contribuya a agotar los recursos naturales.

Se puede encontrar más información sobre agua y derechos humanos en la web española Aguas Ríos y Pueblos.

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