La Alpujarra: un viaje a la Andalucía más morisca

  • Fue escenario de cruentas batallas entre moriscos y cristianos.
  • Sus pueblos reflejan la influencia de la cultura andalusí.
  • La visita es una combinación de naturaleza, historia, gastronomía y tradiciones.
Paisajes tranquilos y pueblos de vida sosegada.
Paisajes tranquilos y pueblos de vida sosegada.
José G. Sancho
Paisajes tranquilos y pueblos de vida sosegada.

Paisajes tranquilos en lomas escarpadas, desiertos, pueblos de vida sosegada, un presente marcado por su pasado, artesanía, gastronomía, fiestas populares, tradiciones y costumbres, que han atraído a viajeros ilustres a lo largo de la historia, deseosos de perderse en una ruta recuperada hoy, desde Almería a Granada, atravesando toda la zona de la Alpujarra y que tuvo gran importancia durante la época andalusí.

Casi 400 kilómetros que discurren por carreteras, pero que también podrían ser disfrutados en bicicleta o a caballo, un camino salpicado por castillos, aljibes, torres, balcones con geranios y pueblos encalados, que conservan su sabor árabe y que han sabido adaptarse a la naturaleza que les rodea.

De la costa al interior

El viaje comienza a orillas del mar Mediterráneo, en Almería, situada, a la vez, en una región desértica y en el fértil valle del río Andarax. En ella destacan la Alcazaba, mandada construir por Abderramán III, los aljibes árabes, así como la Catedral y la Iglesia de Nuestra Señora del Mar.

Dejando atrás la costa, se llega hasta Pechina y de ahí a la ciudad-balneario de Baños de Sierra Alhamilla y a Benahadux. Vigilante se muestra Alhama de Almería, cuyo paisaje aparece dominado por el macizo de la Sierra de Gádor y donde destacan el Balneario de San Nicolás y las ruinas de un puente romano. En el valle del Alto Andarax, y escondida entre Sierra Nevada y la Sierra de Gádor, la pequeña localidad de Fondón da paso a Laujar de Andarax. Considerado el principal pueblo de la Alpujarra almeriense, en él residieron Boabdil y, el que fuera líder de la guerra de las Alpujarras, Abén Humeya, en 1570.

Laroles es el primer destino de esta ruta en su paso por la provincia de Granada. A continuación se llega a la vega del río Nechite, donde se encuentra Ugíjar, repleta de casas históricas. En el extremo opuesto, en la ladera de Sierra Nevada, Válor, cuna del impulsor de la rebelión morisca, Fernando de Córdoba y Válor, más conocido como Abén Humeya, nombrado rey de las Alpujarras. Aquí se celebra una de las fiestas de moros y cristianos más llamativas de la provincia. Tras cruzar por Mecina Bombarón y visitar su puente árabe, se llega hasta Cádiar, definida por el hispanista Gerald Brenan como “el ombligo de la Alpujarra”.

De camino al punto más alto

Atravesando Torvizcón y pasando por Juviles, surge Bérchules, que celebra su particular Nochevieja el primer sábado de agosto. Después de visitar este pueblo que vivió su época de mayor esplendor durante el reino nazarí, gracias a la seda de gran calidad que producía, hay que dirigirse hasta Trevélez. Situada a unos 1.600 metros de altura, es la localidad ubicada a mayor altitud de la Península. Su clima, frío y seco, favorece la curación del jamón serrano.

Rodeada de un bosque de castaños, se asoma, justo al borde del precipicio formado por el río Trevélez, Busquístar. En Pórtugos se puede visitar uno de los enclaves naturales más importantes de la Alpujarra, Fuente Agria, cuyas aguas tienen propiedades medicinales.

Tras atravesar Pitres, y llegar al Barranco de Poqueira, uno se encuentra con tres de las localidades que mejor conservan el sabor de la arquitectura y las costumbres de la zona: Pampaneira, con sus estrechas calles y la iglesia de Santa Cruz, con techo de madera de estilo mudéjar; Bubión y Capileira, desde la que se puede llegar a la cumbre del Veleta en verano.

De camino a la ciudad balneario de Lanjarón, se deja atrás Órgiva, que celebra cada año la Feria de Muestras “Hecho en la Alpujarra” (este año se desarrollará del 21 al 24 de abril). El valle de Lecrín conduce al viajero a Dúrcal, conocida como la ciudad de los puentes; a Otura y, de ahí, a la diversidad de tonos y colores de Dílar, donde contrastan abruptas montañas con vegas y valles. Alberga la ermita de la Virgen de las Nieves, patrona de la localidad y de Sierra Nevada.

La recta final transcurre por Gójar, donde se pueden visitar los Molinos de Vedril y Ampuero, los molinos harineros mejor conservados de Andalucía; La Zubia, y Cájar, en plena vega granadina. La última parada antes de llegar a la siempre romántica Granada es Huétor Vega, que era inicio y final del Camino de los Neveros, ruta utilizada durante siglos por los arrieros para transportar el hielo de los ventisqueros de Sierra Nevada hasta la capital granadina.

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