La septuagésima octava edición de los Oscar, pasarela de la supuesta quintaesencia del glamour, se ha convertido en una apoteosis de las tonalidades menos favorecedoras para las atrices anglosajonas de tez palida.
Nicole Kidman, de blanco nupcial, con un desbocado vestido tubo de Chanel que evidenciaba su extrema delgadez, no acertó.
Reese Witherspoon con un traje vintage Christian Dior -Para los profanos de segunda mano pero carísimo-, estaba algo más favorecida, aunque el plata y crema de su vestido no era tampoco el marco más adecuado para su tono de piel .
Su colega Salma Hayek se decantó por un maravilloso vestido de Versace en azul eléctrico de inspiración griega y escote balconette que realzaba el punto fuerte de la anatomía de la diminuta actriz.
Jennifer Aniston, magnífica con un sencillo vestido negro de Rochas y un collar de diamantes de Bulgari digno de una emperatriz, demostró que la soltería es su mejor tratamiento de belleza. La ex de Brad Pitt era tal vez la mejor peinada.
Jennifer Garner con un modelito de Michael Kors de escote triangular a punto estuvo de protagonizar la anécdota de la noche cuando tropezó con el bajo de su largísimo e insípido vestido.
Zhang Ziyi protagonista de “Memorias de una Geisha” apostó por la originalidad. El bustier con forma de conchas de mar sobre una falda de crinolina con incrustaciones de cristal de Swarovsky, creación de Georgio Armani, era uno de los escasos modelitos de Oscar en el más clásico sentido de la expresión.
No le sirvió para salir en la página oficial de la Academia, donde han cortado su imagen y sale sólo el amable y aún atractivo Freeman.
Uma Thurman tampoco dedicó demasiado tiempo a la peluquería, exhibía el mismo look cuidadosamente descuidado que el resto de sus colegas, pero estaba bellísima, vestida de Versace.
Y eso a pesar de decantarse por consabido color crudo “media de la abuela”, el mismo color elegido por Naomi Watts, quien parecía haber sido vestida por su peor enemigo en un delirio de cintajos color carne. Los hombres, salvo George Clooney que repitió su consabido smoking de la suerte, se decantaron por las chaquetas de tres botones.
Por cierto, a George, oscarizado por su papel secundario en “Siriana” le han salido nuevas arruguillas y se le han acentuado las líneas de expresión tras engordar y adelgazar 20 kgs, pero sigue siendo, sin ningún género de dudas y con su smoking viejo, el hombre más elegante y atractivo en la pasarela de los Oscar.
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