Olga Rodríguez, desde Bagdad: "Esto sirve para que lo piensen dos veces antes de disparar"

  • La periodista Olga Rodríguez fue testigo directo del asesinato de José Couso en 2003 y acompaña al juez Santiago Pedraz en su viaje a Bagdad.
  • Rodríguez ha narrado para '20minutos.es' cómo es y para qué sirve esta investigación sobre el terreno y la recreación de los hechos.
  • El juez Pedraz reconstruye en Bagdad la muerte de Couso.
El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz (en el centro, con traje oscuro), en el puente Al Jumhuriya de Bagdad.
El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz (en el centro, con traje oscuro), en el puente Al Jumhuriya de Bagdad.
Wesam Ziyad / EFE
El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz (en el centro, con traje oscuro), en el puente Al Jumhuriya de Bagdad.

El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz encabeza una comisión judicial que se ha desplazado a Bagdad para investigar la muerte del cámara de Telecinco José Couso, el 8 de abril de 2003 en esa misma ciudad, capital de Irak, a manos de militares estadounidenses, que dispararon desde un carro de combate al balcón en el que se encontraba el periodista.

Junto con la comisión judicial han viajado los periodistas Jon Sistiaga, Jesús Quiñones, Carlos Hernandez y Olga Rodríguez, que fueron testigos de la muerte del cámara. Ésta última ha relatado para 20minutos.es y desde Bagdad cómo están viviendo la recreación de los hechos que llevaron a la muerte de Couso:

"Cuando José Couso murió el 8 de abril de 2003 lloré un par de minutos encerrada en una habitación del hotel de Palestine de Bagdad, la misma que un par de horas antes había sido atacada –y su balcón destrozado- por las tropas estadounidenses.

Aturdida y medio sorda aun por el efecto y sonido del proyectil al estallar, escribí junto con el periodista y amigo Carlos Hernández un pequeño comunicado que luego suscribieron todos los periodistas españoles en Bagdad.

En él se anunciaba que los testigos del ataque acudiríamos a la Justicia en caso de que la familia Couso no lo hiciera. Por más que repasaba una y otra vez los acontecimientos de las últimas horas, no encontraba excusa alguna que pudiera justificar la acción del ejército estadounidense. Y sin embargo hallaba muchas para condenarla desde un punto de vista objetivo, basado en la ley, en la Convención de Ginebra, en la protección de la población civil y de los periodistas.

Es obvio que yo aun no conocía a la familia Couso. De ser así, habría sabido que esta integrada por personas que creen en la Justicia como un pilar básico de las sociedades libres y democráticas. Habría sabido que no se amilanan; que defienden la lucha por las causas justas aunque eso implique, demasiado a menudo en este loco mundo, estar en el lado de los perdedores..

Sé que mientras aquel 8 de abril de 2003 redactaba aquel comunicado, en algún rincón de la casa de Maribel Permuy, la madre de José Couso, alguno de sus hijos –repentinos huérfanos de hermano- se estaban planteando la necesidad de solicitar Justicia. Poco después acudieron a los tribunales.

Y así llegamos a este día, 28 de enero de 2011, en el que una comisión judicial española liderada por el juez Santiago Pedraz y la secretaria judicial Silvia Martínez ha venido a Bagdad a realizar una inspección ocular en el hotel Palestine donde murieron los periodistas José Couso y Taras Prosyuk a causa de un ataque militar estadounidense.

Y así llego de nuevo a Bagdad y al hotel Palestine. Ha sido un reencuentro emotivo y extraño. En mi cabeza dos escenas se han superpuesto de manera simultanea: Una, la actual, la inmediata, la que estaba aconteciendo, en la que he ido respondiendo a las peticiones que me iba presentando el juez Pedraz y la secretaria judicial. Otra, la pasada, la retenida en la memoria, la que se ha disparado al ver de nuevo esa habitación de Couso, el balcón desde el que grababa, el alféizar sobre el que se apoyaba, el suelo sobre el que se desplomo al ser alcanzado por el proyectil…

Han pasado casi ocho años y aquí estamos. Quién nos lo iba a decir. No sé donde terminará este proceso. Pero sé para lo que ya ha servido. Para que las fuerzas armadas de cualquier país tengan en cuenta que, si disparan contra la prensa, es posible que haya una familia como la de Couso, que no se rinde; unos abogados como los de la familia Couso, que creen en este caso y colaboran de manera altruista; y un juez como Santiago Pedraz, que sabe que las leyes que protegen a los civiles y periodistas no deben ser tan solo tinta sobre papel.

Para que, para la próxima, se lo piensen dos veces antes de atacar un edificio donde las únicas armas eran las cámaras de televisión y las únicas amenazas, la información y la verdad".

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