El módulo IV de la prisión madrileña de Valdemoro se ha convertido en un polvorín. Un grupo de reclusos españoles, muy peligrosos, mantiene un enfrentamiento continuo con otro grupo de presos musulmanes por el control del patio y, por ende, por el control del trapicheo de drogas dentro de la cárcel, explican fuentes penitenciarias.

En un principio se especuló con que las peleas obedecían a motivos racistas, pero Instituciones Penitenciarias, que ha abierto una investigación, niega que se esté produciendo "ninguna caza" de presos musulmanes en Valdemoro, y afirma que no hay motivos religiosos o étnicos en estos incidentes, sino que más bien pudo deberse a alguna "deuda" entre los implicados. Es decir, "el control del trapicheo de drogas", matiza un poco más el sindicato de funcionarios de prisiones Acaip.

El sindicato explica que la dirección de la prisión "posee diversos informes de funcionarios sobre la peligrosidad de algunos matones que hay en este módulo", de primer grado, donde están los presos más conflictivos y violentos.

Los dos cabecillas del grupo español, en el que incluso hay un joven antisistema, son dos reclusos con un historial muy violento: Torres y Martínez. El primero de ellos es miembro de un clan de delincuentes. Su hermano protagonizó un motín en la cárcel de Daroca (Zaragoza) reteniendo a varios funcionarios. En Valdemoro hay 1.400 presos en poco más de 700 celdas.

Acaip asegura que las peleas y las amenazas se han sucedido en el último mes. El 15 de enero cinco internos españoles propinaron una paliza a otro musulmán, un incidente que acabó en una pelea entre los dos grupos, "con sillas y mesas volando". El resultado, tres reclusos árabes hospitalizados. La pelea, menos grave, se repitió al día siguiente, el 16.

El día 19, uno de los cabecillas del grupo español agredió "con un cuchillo carcelario" a un interno magrebí. Recibió heridas en la cara y el cuello. El agresor tenía antecedentes, porque había clavado un bolígrafo a otro preso en un ojo. El día 19 los funcionarios evitaron otro conato de pelea cuando el grupo español, al grito de "no vamos a parar hasta cargarnos al moro", amenazó a varios reclusos árabes.