En 2007 los usuarios tendrán una tarjeta de plástico duro que se recargará en los estancos con la cantidad que cada uno desee. De esta tarjeta monedero se irá descontando el importe del viaje.
Ya no habrá que picar al entrar en el autobús. Bastará con acercar la tarjeta a la máquina canceladora que, a través de un sistema de radiofrecuencia, leerá la información del chip. Esto supondrá un ahorro de dos segundos de media por viajero al embarcar, según los cálculos llevados a cabo por Tussam.
La tarjeta es más segura que el bonobús, explican desde la empresa. Falla y se estropea menos. Cada usuario, además, puede conocer online el saldo que le queda, los gastos de mantenimiento son menores y ofrecen mucha información sobre la movilidad.
Este método funciona desde finales de 2004 en los autobuses interurbanos de Granada. Y desde febrero de 2005 también en los de Málaga. Un sistema muy similar será el que se aplique en el futuro Metro de Sevilla, lo que permitirá hacer transbordos entre todos los sistemas de transporte público de la ciudad y su área metropolitana.
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