Berlusconi dixit: una salida de tono para cada nueva polémica

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, sonríe durante la ceremonia de premios "Campus Mentis" en el Palazzo Chigi de Roma.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, sonríe durante la ceremonia de premios "Campus Mentis" en el Palazzo Chigi de Roma.
Max Rossi / REUTERS
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, sonríe durante la ceremonia de premios "Campus Mentis" en el Palazzo Chigi de Roma.

Silvio Berlusconi, un superviviente en un país de gobernantes efímeros, ha ido de la política a sus asuntos con facilidad pasmosa. La impunidad con la que se ha apropiado del discurso público sólo ha sido superada por la frivolidad con la que se difunden -y difunde- sus distracciones privadas. Frivolidad que el todavía primer ministro, que ha prometido dimitir tras la aprobación de las medidas de austeridad exigidas por la UE, viene alimentado puntualmente con exabruptos y excentricidades varios.

La última de ellas hace unos días, en plena de crisis de deuda soberana -la prima de riesgo ha alcanzado la cifra récord de 497 puntos básicos-, cuando anuncio el retraso, "por problemas técnicos", de la publicación de su nuevo disco, el cuarto de su carrera musical. Además, en una de las últimas cumbres del G-20, en medio de peticiones de dimisión y con la economía del país en caída libre, aseguró que los italianos "están bien" y los restaurantes y hoteles "llenos".

La capacidad de Il Cavaliere para buscarle un lado pretendidamente cómico a cualquiera de los escándalos que han jalonado Italia durante sus mandatos no tiene límite. A comienzos de 2010, en pleno proceso de divorcio de su mujer tras el escándalo de las 'velinas', Berlusconi anunció jovial que, ahora que estaba soltero, las "mujeres ya hacían cola" detrás de él.

El verbo fluido de Berlusconi no se ha limitado a los dominios de la prensa rosa. Sobre su política de inmigración, que tantas críticas suscitó tanto dentro como fuera de Italia, también puso una guinda grotesca. Al mismo tiempo que clamaba contra los "barcos de inmigrantes ilegales", el primer ministro bromeaba con que los únicos extranjeros bienvenidos al país serían las "chicas guapas".

Berlusconi, ese "trepa que nunca tira nada", como le definió en sus memorias el periodista Indro Montanelli, tiene recursos 'cómicos' para casi cualquier situación que se le presente.

Si los estudiantes protestan, como lo han estado haciendo en 2011 e hicieron en 2010, él les aconsejaba "no leer periódicos" y, de regalo, "que se casen con un millonario". Que los recortes sociales en consonancia con el resto de Europa sacaban a la calle a los sindicatos, a Berlusconi no se le ocurría otra cosa que decir que había que cambiar la Constitución porque "habla mucho de los trabajadores".

La hemeroteca 'Berlusconi & meteduras de pata' es muy extensa. Cuando la prensa italiana -salvo diarios afines- se levantaron en armas contra la llamada Ley Mordaza, cocinada por su Gobierno, Berlusconi, lejos de hacer un llamamiento a la calma o al diálogo, exhortó a los ciudadanos a protagonizar una "huelga de lectores" contra la "desinformación" de la prensa.

De guapos y juicios

Pero la onda expansiva de sus barrabasadas no se limitan a Italia. Internacionalmente fue muy criticada su referencia al presidente de EE UU, Barack Obama. "Yo soy más pálido, pero él es más guapo, joven y alto", le espetó.

Años atrás, en 2002, durante su primera reunión con el primer ministro danés, Anders Fogh Rasmussen, Berlusconi le hizo un cumplido: "Rasmussen no sólo es un gran colega, también es el primer ministro más guapo de Europa", y añadió: "Es tan guapo, que incluso estoy pensando en presentarle a mi mujer".

Todo este carrusel de salidas de tono ha tenido su reverso sombrío en un buen puñado de juicios, y alguna que otra condena, que han hecho de Berlusconi un político indeleblemente marcado con la cruz de la sospecha.

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