«El oyente no es tonto y sabe si manipula Polanco o la Iglesia»

Luis del Olmo, periodista radiofónico.
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Jordi Soteras
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BIO Luis del Olmo nació en Ponferrada (León) el 31 de enero de 1937. Casado y con tres hijos, lleva pegado al micrófono con su voz inconfundible desde los 14 años. En 1973 comenzó a presentar 'Protagonistas', el programa más veterano de la radio española, y que ha conocido las antenas de RNE, de la Cope y de Onda Cero. Su última aventura se llama Punto Radio.

Dice que es la primera vez que entra en un consejo de administración. Luis del Olmo tiene el 25% de Punto Radio, la cadena del grupo Vocento, a la que ha aportado sus 25 emisoras. El conductor de
Protagonistas se da un año para empezar a competir en serio por el liderazgo de la radio española.

Ha empezado a compartir su programa con Julia Otero. ¿Se está prejubilando?

No me estoy prejubilando. Estoy tratando de aprender nuevas cosas. Estoy en la flor de la juventud. Un profesional de la radio tiene cuerda, como mínimo, hasta los 80 años. Y después de apagar las velas del programa 10.000 dentro de año y medio, si Dios quiere y el Todopoderoso me da un poco de salud y energía, voy a intentar continuar en el tajo. Pretendo seguir otros diez años si no se me rompe la batería.

¿El periodismo está herido o ha muerto definitivamente?

El periodismo tiene buena salud. Si acaso puede estar griposo por ese periodismo de tercera que es la telebasura.

Se lo digo porque en los últimos años parece que sólo hay dos formas de ver la realidad: la de Polanco y la de Jiménez Losantos.

Desgraciadamente eso es así, pero es un mal que espero que el tiempo cure. El lector, el oyente o el telespectador no es tonto y se da cuenta de si una noticia está manipulada por Polanco o por la Iglesia y su talibán de turno.

¿Qué le ha hecho Jiménez Losantos para que le llame talibán?

Antes de brindarle ese apodo, que es muy hermoso, él dijo que yo era el periodista de la Moncloa, a raíz de una entrevista que le hice al presidente del Gobierno. Probablemente no sea tan cierto ni lo de talibán ni lo de periodista de cámara.

Huele a que han hecho las paces...

No, porque tampoco estamos sacando las navajas. No somos navajeros. No me gusta su forma de trabajar, que está a años luz del periodismo. El insulto por el insulto no nos lleva a ningún puerto. Él sabrá lo que hace, porque ya tiene edad para saberlo.

Usted, que ha trabajado tantos años en la COPE, ¿cree que los obispos han empezado a adorar el becerro de oro?

Algunos obispos están muy felices con el becerro de oro, sí, especialmente uno que milita en la jefatura de la cadena COPE.

¿Ha participado en alguna conspiración para derribar a un Gobierno?

Dios me libre... El día que lo pensara me despreciaría a mí mismo.

¿Cuál era el objetivo entonces de aquella Asociación Española de Periodistas Independientes impulsada en tiempos de Felipe González por el director de El Mundo, y de la que, entre otros, formaban parte usted y Jiménez Losantos?

De ese invento me salí a los cuatro días, cuando vi lo que había detrás. Dije que conmigo no contaran, que aquello no tenía ningún futuro y que estaba maldito. Nos salimos Raúl del Pozo y yo. Algunos pretendían utilizar aquella plataforma para derrotar al Gobierno, aunque ese era un sueño imposible. Ni uno ni mil periodistas derrotan a un Gobierno democrático. Y aquel lo era, como lo es éste.

Usted mantenía un conflicto con el Gobierno de entonces por el reparto de las emisoras de FM...

Yo soy hombre de conflictos. Me he destacado por la pluralidad y por la tolerancia.

¿Quién crea la crispación?

Alguien con una columna diaria en un periódico o un espacio de radio puede crispar si quiere. Yo pienso en el arma tan poderosa que tengo, un micrófono abierto, que puede hacer mucho bien o causar un daño enorme. Algunos medios están crispando a la gente. Un ejemplo es la invitación de algunos malintencionados para que no se compraran productos catalanes. Es el inicio de algo repugnante.

Un Consejo Audiovisual como el catalán es un peligro para la libertad de expresión?

Ni ese Consejo ni otros tienen razón de existir, porque la última palabra la tienen los tribunales. Son los jueces quienes tienen que decidir si se cierra un medio o se encarcela a un periodista.

¿Con Aznar vivíamos mejor?

No. Yo creo que vivimos mucho mejor a medida que madura la democracia y va pasando tiempo. Aznar escribió una época buena, pero, en contra de lo que dicen, el presidente del Gobierno actual está haciendo las cosas bien. Al final, va a salir adelante con el Estatuto y con su objetivo de acabar con ETA. A partir de ese momento, Zapatero puede llenar unas páginas muy importantes de nuestra historia...

Parece usted enamorado de Zapatero...

Ni enamoramiento ni paisanaje. Yo soy una de las víctimas del terrorismo que claman por el fin de ETA. Es un buen síntoma que llevemos ya dos años y medio sin asesinatos.

En dos palabras: «Recé hasta que me hice mayor»

  • ¿Reza? Rezaba e iba a misa de diez y media hasta que me hice mayor.
  • ¿Canta en la ducha? No, escucho la radio.
  • ¿El ruido más insoportable? En un hotel, el ñaca-ñaca de la habitación de al lado.
  • ¿En qué caprichos gasta más dinero? Cuando veo radios de época, micrófonos de los años treinta o magnetófonos de hilo, pago lo que me pidan.
  • ¿Qué libro tiene en la mesilla de noche? El último de Pepe Oneto sobre el 23-F.
  • ¿Su última resaca? Una de anís de El Mono, en mi juventud, y nunca más. Fue una Nochebuena, en el casino de Ponferrada.

Sin respirar. «Tengo mala leche»

Adora Las cinco de la tarde, la hora de la siesta.

Detesta Que suene el móvil cuando duermo.

Teme Llegar a los 90 sin las facultades que tengo ahora.

Aspira A hacer el programa de la mañana.

Colecciona Aparatos de radio y sombreritos de plata mexicanos.

Una manía El perfeccionismo.

Un defecto La mala leche.

Una virtud La mala leche también.

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