Cuenta la leyenda que Gara, una hermosa doncella gomera, se enamoró de Jonay, un joven guanche. Ante la oposición de sus familias, los amantes, desesperados, deciden huir al monte y suben al pico más alto de La Gomera. Acorralados por sus perseguidores, tomaron un palo afilado por ambos extremos y se abrazaron muriendo atravesados.
El Parque Nacional de Garajonay, Patrimonio de la Humanidad, toma el nombre de esa leyenda oral canaria. Es, sin lugar a dudas, uno de los parajes más bellos y misteriosos del mundo.
Con una superficie de casi 4.000 hectáreas, se extiende por todos los municipios de la isla ocupando el centro y la parte norte. Garajonay es tan especial porque alberga la mejor muestra conocida de laurisilva, un bosque húmedo de diversas especies de hoja perenne que cubría prácticamente toda la superficie de Europa en la era Terciaria, hace 65 millones de años. Vestigios supervivientes de ancestrales selvas subtropicales.
La particularidad de este bosque único es la de tener un clima suave, unas precipitaciones abundantes que se mantienen estables durante todo el año y una persistente niebla que envuelve el lugar en un halo de misterio sobrenatural.
Durante los meses de verano se convierte en un oasis de frescor, un refugio para senderistas, amantes de la naturaleza y de los deportes al aire libre.
La vegetación está formada por un 90% de laurisilva y fayal-brezal y el resto de pino canario y especies exóticas. La fauna consta de unas 1.000 especies de invertebrados con unas 150 endémicas, únicas del lugar, y 38 vertebrados, reptiles y aves en su mayoría.
En los límites del parque no hay asentamientos de población, encontrándose éstos en los límites. La mejor manera de conocerlo es explorar por sus numerosos senderos y caminar con los cinco sentidos bien alerta.
En el municipio de Agulo se encuentra el centro de visitantes, donde encontraremos completa información y rutas guiadas para transitar por él. Hay que tener en cuenta que el lugar incluye zonas de protección variada, desde las restringidas en las que es necesario pedir permisos hasta las recreativas de libre acceso como la de Laguna Grande.
Adentrarse solo o en compañía con el propósito que sea es como viajar a tiempos remotos en los que el hombre todavía no había aparecido sobre la faz de la tierra.
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