El jardín del edén, en la selva indonesia de Papúa

Se han encontrado cerca de cincuenta nuevas especies, que aún deberán ser reconocidas oficialmente. En la zona no hay rastro de civilización.
El pájaro come-miel, una nueva especie de ave.
El pájaro come-miel, una nueva especie de ave.
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El pájaro come-miel, una nueva especie de ave.
Cerca de medio centenar de nuevas especies de animales y plantas han sido descubiertas en una selva virgen de Indonesia por un equipo de científicos internacionales. «Es lo más cercano al Jardín del Edén que se puede encontrar en la Tierra», afirma Bruce Beehler, uno de los jefes del equipo. No obstante, estos hallazgos aún deberán ser ratificados por las publicaciones científicas para ser aceptados oficialmente.

Este «mundo perdido» se ha localizado en las montañas de Foja, en un área de más de un millón de hectáreas de jungla situada en la provincia de Papúa. «No hay ni una sola senda, signo de civilización o rastro de comunidad humana que haya vivido allí», según Beehler. Los mismos indígenas que les guiaron se mostraron sorprendidos por el aislamiento de la zona.

Entre los nuevos hallazgos se encuentran una veintena de ranas, cuatro mariposas, cinco palmeras y varios mamíferos que se creían ya extinguidos, como una especie de canguro arbóreo.

Desde el siglo XIX

También se consiguieron imágenes del pájaro del paraíso de Berlepsch, cuyas últimas imágenes fueron tomadas por cazadores del siglo XIX. La expedición tiene previsto volver en unos meses para continuar la investigación. «Sólo hemos arañado la superficie, cualquiera que vaya allí volverá con un misterio».

«Se descubrirán miles más»

Mª Ángeles Ramos, vicedirectora de investigación del M. Nal. de Ciencias Naturales

Este nuevo hallazgo muestra una vez más lo desconocido que nos resulta nuestro planeta. No es nada extraño este descubrimiento y menos en zonas tropicales, las más ricas del mundo; probablemente se descubrirán miles más en los próximos años. De hecho, se estima que existen unos siete millones de especies (vertebrados e invertebrados, plantas, microorganismos...), de las que sólo se conocen un millón setecientos mil. Es un paso más en el conocimiento de la biodiversidad: pueden ser elementos clave para recomponer el árbol de la vida, potenciales para el descubrimiento de nuevos medicamentos, alimentos y podrían conllevar enormes beneficios en la lucha contra ciertas enfermedades. Para ello, antes de nada deberán proteger la zona para evitar que se destruya el equilibrio que se ha preservado allí hasta el momento. No corren ningún peligro si se mantienen aisladas en su hábitat y tampoco entraña ningún riesgo su contacto con el hombre, ya que esto habrá sucedido antes durante los movimientos migratorios.

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