Rebajan la pena de cárcel a la madre que mató a su hijo por compasión

  • Su hijo sufría una lesión cerebral irreversible.
  • Temía que sufriera una dolorosa agonía.
  • Podrá solicitar la libertad vigilada en enero de 2015.

Una británica que inyectó por compasión una dosis letal de heroína a su hijo de 22 años, que sufría una lesión cerebral irreversible, ha visto rebajado de nueve a cinco años el tiempo mínimo que tendrá que pasar en la cárcel por su acción.

Frances Inglis, de 58 años, justificó su acción explicando que sentía que no tenía más remedio que liberar a su hijo Thomas del "infierno en vida" que suponía su estado vegetativo.

Inglis, que fue condenada a cadena perpetua con un cumplimiento mínimo de pena de nueve años el pasado mes de enero, recurrió la sentencia y un Tribunal de Apelaciones ha decidido mantener el fallo de culpabilidad, pero reduciendo su futura estancia en prisión.

El tiempo que finalmente pase en la cárcel dependerá de su comportamiento y cooperación con las autoridades penitenciarias, y eventualmente Inglis, que no ha estado en la vista judicial, podrá solicitar la libertad vigilada a partir de enero de 2015.

Inglis, madre de tres hijos, admitió que en noviembre de 2008 entró con una identidad falsa en el centro donde su hijo estaba hospitalizado y que le administró la dosis letal de heroína.

Un jurado popular la consideró culpable y el juez que la condenó Brian Barker, explicó que, con independencia de cuál hubiera sido su intención, su acción constituía un asesinato.

Aquel día y ante las puertas del tribunal, el hijo mayor de Inglis, Alex, de 26 años, defendió a su madre y dijo que había actuado sólo "por amor" hacia su hermano.

"Toda la familia y la novia de Tom apoyamos a mi madre. Todos los que amaban a Tom y se sentían cerca de él no consideran lo que ha hecho un asesinato, sino un valiente acto de amor", afirmó Alex.

Thomas Inglis sufrió graves lesiones cerebrales tras saltar en julio de 2008 de una ambulancia y golpearse la cabeza contra el suelo.

Había participado en una pelea a las puertas de un pub y se había roto el labio, pero no quería que le llevasen al hospital.

Antes de su muerte inducida, había mostrado una ligera mejoría, pero seguía necesitando cuidados continuos y su madre, que tenía experiencia en el tratamiento de personas enfermas, no quiso creer el pronóstico alentador de uno de los médicos.

Diez días después de la hospitalización, Inglis realizó un primer intento de administrar a su hijo una inyección letal, causándole una parada cardíaca de seis minutos, tras lo cual fue detenida por intento de asesinato y puesta en libertad condicional.

El personal del centro donde estaba internado su hijo tenía una foto de Frances Inglis para impedirle la entrada en el caso de que volviera a intentar acercarse a Thomas.

"Le sostuve en mis brazos, le dije que le quería, cogí una jeringa y le inyecté en los muslos y el brazo. Le dije que todo iría bien", relató la madre.

El juez que ha revisado el caso indicó que "debemos subrayar que cuando se trata de un asesinato la ley no distingue entre un asesinato cometido de forma malévola y un asesinato motivado por el amor familiar".

Durante la vista ante el tribunal de Apelación, Alan Newman, abogado de Inglis, insistió en que se defendida temía que su hijo sufriera una dolorosa agonía y que le aplicó la inyección para que pudiera morir "en paz y sin dolor".

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