Aplauso a Antoni Gaudí y pérdidas de los comerciantes tras la visita del Papa

  • El Papa se lleva un recuerdo "inolvidable".
  • La ciudad recupera su normalidad.
  • Éxito de la macrooperación de los Mossos.
Imagen interior de la Sagrada Familia.
Imagen interior de la Sagrada Familia.
EFE
Imagen interior de la Sagrada Familia.

Tras la visita del Papa a Barcelona, el lunes fue el día del aplauso unánime al genio de Gaudí y a la organización del macroevento, pero también del balance económico de comercios y restaurantes y de la vuelta a la normalidad para los vecinos de la basílica. El efecto de las imágenes televisadas del templo no se hizo esperar: el martes, la cola de visitantes daba la vuelta a la manzana.

Benedicto XVI fue el encargado de descubrir al mundo el bosque de columnas de la nave central de la Sagrada Família, una obra faraónica que, aunque sigue en obras, ha recibido el elogio de la prensa mundial. Los cálculos apuntan a que 1,2 millones de personas siguieron en algún momento la ceremonia.

El balance de 250.000 personas para recibir al Papa en la calle ha sido interpretado en algunos medios europeos como un recibimiento frío al pontífice. Con todo, el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, aseguró que Benedicto XVI le confió que se llevaba un recuerdo "inolvidable".

La organización de la visita papal fue todo un éxito, según aseveraron las autoridades. Incluso desde la oposición municipal, Xavier Trias (CiU) felicitó al alcalde Jordi Hereu. El dispositivo de seguridad fue el más grande desplegado por los Mossos: se movilizó a 4.000 agentes todo el fin de semana.

Vuelta a la normalidad

Tras el trasiego de las últimas semanas, en las que los cortes de tráfico, la retirada de papeleras y contenedores y la colocación de grandes pantallas y focos han provocado quejas entre algunos vecinos de la zona, el martes todo volvió a su cauce habitual. El regidor del Eixample, Ramon Nicolau, dijo que se había recuperado la normalidad en un 95%, y que quedaba "algún carril bus ocupado" para retirar elementos instalados.

"Tenía ganas de que se fuera el Papa", explica con un suspiro Rosa M. Colet, que vive al lado del templo. Para Antoni Navarro, también residente, las molestias fueron llevaderas y destacó que la ceremonia le encantó.

Comerciantes y restauradores lamentan haber perdido dinero el fin de semana. "Nos han sobrado 70 bocadillos y 60 barras de pan: un desastre", resume Raúl García, de un restaurante de la Av. Gaudí. "Sólo entraban para ir al baño", añade. En las tiendas de recuerdos, la gran mayoría de souvenirs papales se acabaron. Para vecinos y comerciantes, hubo un exceso de seguridad.

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