Miguel García, el centrocampista del Salamanca que el domingo sufrió un infarto durante el partido contra el Betis, tendrá que dejar el fútbol profesional a los 31 años. Su caso no es diferente al de otros muchos jugadores como Rubén de la Red o Antonio Puerta. Para conocer más detalles sobre lo ocurrido, 20 minutos charla con Araceli Boraíta, cardióloga deportiva y miembro del Consejo Superior de Deportes (CSD).

¿El deporte profesional aumenta el riesgo de muerte súbita?

Sí, porque aumenta la exigencia cardíaca, la tensión arterial... una persona puede ser portadora de una deficiencia no sintomática, que se muestre al aumentar la exigencia física. El deporte es como un vaso de vino: uno o dos al día disminuyen el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, pero emborracharse todos los días tiene consecuencias nefastas.

Miguel había pasado muchos reconocimientos, ¿no se pudo prever?

Sufría una obstrucción de la arteria coronaria provocada por placas de colesterol, pero si ese tapón no obstruye el 70% del vaso, no se detecta en los reconocimientos habituales. Los resultados fueron normales, en medicina se les llama falsos negativos.

¿La víctima nota algún síntoma antes de perder el conocimiento?

A veces el primer síntoma es la arritmia, pero es probable que sintiera algún pequeño mareo en los días previos. Lo que pasa es que un futbolista lo atribuye al esfuerzo y no le da importancia, pero es importante acudir al cardiólogo si se nota algún mareo haciendo deporte.

¿El fútbol es más propenso que otros deportes a producir muerte súbita?

Es un deporte explosivo con muchos cambios de ritmo, de mucha demanda cardíaca, pero no creo que sea más peligroso que otros. Se han dado más casos porque lo practica mucha más gente.

Miguel no podrá volver a jugar, ¿no tiene cura?

Son enfermedades crónicas, pero en medicina es arriesgado decir nunca más. Hay que hacerle más pruebas, aunque a su edad es probable que deje el fútbol profesional.