Su creador, Jan (Juan López Fernández), imaginó a Superlópez como un tipo normal y corriente, flacucho y con bigote, aficionado al fútbol, a los cafés con leche con cruasán y un trabajo como gris oficinista. Pero cuando se trataba de salir para hacer el bien, impartir justicia o ayudar a los más indefensos, López se enfundaba en un pijama, es decir, traje de superhéroe azul y echaba a volar raudo y veloz.