La limitación de los 80 km/h y la velocidad variable en el área de Barcelona ha contribuido a una disminución de la contaminación por partículas (PM 10) por debajo de los límites marcados por la Unión Europea. Sin embargo, en dióxido de nitrógeno (NO2) se mantienen los niveles de 2009, por encima de las exigencias europeas, cosa que se atribuye a los vehículos diésel. Pese a estos buenos resultados, se revisarán las 73 medidas del plan (la primera quincena de noviembre habrá una reunión) contra la contaminación "para modificarlas" si se ve que comportarían "mejoras".

Dejando de lado las medidas en la industria (con reducción de emisiones), el consumo energético (con plantas menos contaminantes) y el ámbito doméstico (con la renovación de electrodomésticos), el control de velocidad en las vías rápidas de la primera corona, donde se aplican los 80 km/h, ha reducido un 11% las emisiones de dióxido de nitrógeno y de partículas PM10, descontando la caída del tráfico por la crisis. En total, se ha evitado la emisión de unas 450 toneladas anuales de NO2 y unas 32 toneladas anuales de PM10.

Esta reducción de contaminantes equivale a retirar de las carreteras unos 22.100 vehículos cada día. La mejora de la calidad del aire ha favorecido a una población de 1,3 millones de personas. Tanto es así que se han dejado de emitir más de 76.000 toneladas de CO2, el principal responsable del calentamiento global que sufre el planeta. Otro punto destacado por Medi Ambient es la reducción del ruido en las áreas próximas a las vías rápidas, que ha sido de entre dos y tres decibelios.

Por su parte, el Servei Català de Trànsit calcula que ha disminuido la siniestralidad, con un 50% menos de víctimas mortales, así como un 42% menos de heridos graves y un 16% menos de accidentes. En conjunto, las medidas contra la contaminación han evitado una media anual de 1.200 muertes y equivalen a aumentar cinco meses la esperanza de vida.