El ejemplo de Labordeta, ¿un modelo para los políticos en tiempos de crisis?

Labordeta en una de sus últimas imágenes públicas.
Labordeta en una de sus últimas imágenes públicas.
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Labordeta en una de sus últimas imágenes públicas.

La muerte de José Antonio Labordeta ha despertado una enorme corriente de simpatía y condolencias. Miles de personas acudieron a la capilla ardiente, cientos se arremolinaron frente al Palacio de la Aljafería para cantar sus canciones por la noche, políticos de todas las ideologías han sentido su muerte... Una nube inmensa de reconocimiento que traspasó fronteras que convirtió su fallecimiento en 'trending topic' mundial en Twitter. No sólo eso, la gran mayoría de esas reacciones fueron positivas y las pocas negativas que hubo recibieron numerosas críticas. ¿Sería Labordeta ejemplo de buen político en estos tiempos de crisis de confianza en los dirigentes?

La cuestión no es baladí. Labordeta, fue un diputado muy característico, popular por su forma de ser, con un componente ideológico fuerte -aragonesista, de izquierdas-, pero cuyo papel parlamentario podía calificarse como anecdótico. Sin embargo, su nombre se coló entre los términos más repetidos de la mencionada red social -que suele estar copada por términos y nombres del mundo anglosajón-, sus vídeos en Youtube recibieron miles de visitas, en Facebook nacieron cientos de páginas dedicadas a él, su nombre se multiplicó en foros y en blogs en un fenómeno difícilmente mensurable en cifras, como explica el blog Trending Topic.

¿Cómo un político de estas características, aún teniendo una importante faceta artística y televisiva, pudo despertar semejante ola de empatía?

Ser político no sería de ayuda en estos tiempos. Las encuestas sociológicas llevan ya meses diciendo que los españoles ven a la clase política como una de los grandes problemas del país (lo es para un 21,7% de los españoles). La valoración de sus líderes alcanza cotas negativas históricas. Las crisis económica y la respuesta del Ejecutivo ha llevado a José Luis Rodríguez Zapatero a presentar una valoración peor que su predecesor, José María Aznar en plena guerra de Irak.

Lo lógico hubiera sido que esta situación hubiera producido una subida del principal partido de la oposición. No es así: el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, también suspende ostensiblemente  y saca peor nota que Zapatero, aunque su formación tenga mayor intención de voto que los socialistas. En cualquier caso, no hay que olvidar que la situación del país siempre afecta a la valoración que la ciudadanía hace de sus dirigentes.

¿El buen político?

"El éxito de Labordeta radica en que su imagen se correspondía con su manera de ser: fue auténtico y plano, muy consecuente", explica Borja Puig de la Bellacasa, consejero delegado de Bassat Ogilvy Comunicación, con una larga experiencia en el mundo de la comunicación -fue jefe del gabinete de comunicación del ministro de Cultura Jordi Solé Tura-.

La diferencia entre Labordeta y los políticos profesionales es que el autor de Canto a la Libertad tenía una biografía forjada lejos de la arena del Congreso. "Labordeta -dice Jorge Alberto Benedicto Millán, ex subdirector del CIS- era un político atípico, alguien que siendo muy bueno en lo suyo dio un paso más y quiso preocuparse por el bien común". Esto le situaba al margen de muchas de las servidumbres de la política diaria, por lo que podía permitirse discursos con mayor carga moral.

Es precisamente esta virtud, la de la franqueza política, la que le aleja de la llamada clase política. "No se puede comparar la clase política en general con la valoración de un individuo concreto", matiza Benedicto Millán, quien se muestra "escéptico" respecto de lo que pudieran aprender los políticos profesionales de otros como Labordeta (o como Jorge Semprún, novelista y ex ministro de Cultura con Felipe González). La causa de la mala valoración de los políticos en España, opina este profesor, está más en los partidos, su anquilosamiento y su opacidad, que en en las personas que lo forman.

"La mala aceptación de la clase política viene dada porque se juega demasiado a representar esquemas que no se corresponden a la ideología que se tiene por bandera", explica por su parte este experto en imagen Puig de la Bellacasa. Éste es un dato muy a tener en cuenta. Zapatero y Rajoy parecen haber invertido sus papeles ideológicos, o al menos esa percepción existe, y les puede haber pasado factura: el presidente ha respondido a la crisis con medidas que muchos consideran conservadoras y neoliberales y el popular muestra a su formación como el "partido de los trabajadores", como aseguró María Dolores de Cospedal. Algo extraño para dos políticos forjados en un marco de fuerte confrontación ideológica, como explica el politólogo Guillem Rico en un artículo del diario El País.

En cualquier caso, Labordeta tenía un importante factor a favor: no tuvo éxito político; llegó a diputado, pero no ocupó ningún puesto de responsabilidad donde la toma de decisión le habría provocado un mayor nivel de confrontación y desgaste público. "En ese contexto, tenía una mayor libertad que en un cargo de gestión", razona Puig.

Entonces, ¿qué ha de tener un político para estar bien valorado? "Lo que más valor tiene es el ejercicio de la responsabilidad", asegura Puig. "En épocas de crisis, crecen aquellos que saben realizar su labor -dirigir o hacer oposición-, dando pasos hacia delante"; pone como ejemplo a CiU y a su portavoz parlamentario Josep Antoni Durán i Lleida, cuya valoración ha subido tras sus últimas intervenciones, y a su líder Artur Mas. "Se muestran alineados con la gente y buscan entender sus necesidades, para avanzar en ese ejercicio aunque suponga ponerlo por delante de sus intereses partidistas".

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