¿Qué hacer con un menor que agrede a sus padres?, ¿está la solución en privarles de libertad?. Son preguntas de desgraciada actualidad a las que parte de la sociedad contesta pidiendo la aplicación de las penas más duras mientras que el mundo judicial responde que el internamiento debería ser la última opción.

La Fiscalía General del Estado publicó en julio una circular en la que aconsejaba para los menores maltratadores en el ámbito familiar la libertad vigilada, el alejamiento o la convivencia con un grupo familiar o educativo como opciones a la privación de libertad, idea que respaldan varios jueces, fiscales y expertos en conductas antisociales .

Acento en la educación

"La privación de libertad debe quedar restringida a determinados hechos, al daño generado o a la previsión de reiteración", y no se puede hacer "un uso oportunista por casos aislados", subraya el portavoz de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), Antonio García. "El acento hay que ponerlo en la educación desde la más temprana edad", enfatiza García, para quien padres y educadores deben inculcar en los niños que valores como la tolerancia y la dignidad humana "no son meras palabras".

La reeducación es lo que intenta conseguir la Ley del Menor, que entró en vigor en 2001, aunque hay casos en los que la pretendida reinserción social, que es "el fin de la pena", no se consigue, ha dicho el portavoz de la Asociación de Jueces y Magistrados Francisco de Vitoria (AJFV), Marcelino Sexmero, para quien es muy importante analizar el por qué de dicho fracaso.

La víctima suele ser la madre

La mayoría de los autores de maltrato en sus familias durante 2009 fueron adolescentes varones que ejercieron comportamientos violentos principalmente contra sus madres. "Ellas siguen siendo las víctimas de sus hijos maltratadores porque el padre puede reaccionar de manera violenta a la agresión", señala Sexmero.

Sin embargo, se está detectando una evolución que tiende a una mayor equiparación entre el número de hijos varones y hembras agresivos, según la circular de la Fiscalía General del Estado. El pasado año se produjeron cerca de 9.000 denuncias de padres contra sus hijos e hijas -un tercio ya son contra ellas-, mil más que el anterior, y se abrieron expediente sólo en la mitad de los casos porque las familias retiraron las denuncias o éstas no cumplían los elementos jurídicos necesarios.

Las señales del maltratador

Mentir, ser desafiante, las fugas, las agresiones e incluso los robos son comportamientos que predicen la posibilidad de que un menor se convierta en un delincuente juvenil, incluyendo al maltratador de sus padres, según el catedrático de Psicología Clínica de la Universidad de La Laguna (Tenerife), Wenceslao Peñate.

Peñate explica que estas conductas generan "costes policiales, judiciales y sociales" y tienen "carácter crónico". Cuando el psicólogo detecta una conducta antisocial en un niño o adolescente, lo primero que hace es una radiografía de las variables socio-familiares que le rodean, que en muchos casos coinciden: mala salud de los padres, ausencia de los progenitores, poca disciplina, padres delincuentes o agresivos y escasa supervisión.

Reeducar mediante el internamiento

La Ley del Menor fija la privación de libertad, la detención y las medidas cautelares de internamiento que se realizarán en centros específicos para menores infractores, que son distintos a los creados para condenas penales y medidas cautelares privativas de libertad para los mayores de edad.

Otras opciones son: asistencia a un centro de día, permanencia de fin de semana, libertad vigilada, obligación de asistir con regularidad a un centro docente y someterse a programas de tipo formativo, laboral, de educación sexual u otros.

Los jueces pueden impedir a un menor que ha maltratado a sus padres que se aproxime o se comunique con ellos, los cuales podrán presentarse como acusadores particulares.