Peter Sellers, cruel máquina de fabricar carcajadas, murió hace 30 años

  • Para muchos fue el mejor actor de la historia del cine cómico.
  • Su capacidad de modificar su imagen e imitar acentos le procuró inolvidables papeles.
  • Murió hace treinta años, tras una oscura existencia.
Uno de los grandes iconos del cine de humor: Sellers como el Inspector Closeau.
Uno de los grandes iconos del cine de humor: Sellers como el Inspector Closeau.
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Uno de los grandes iconos del cine de humor: Sellers como el Inspector Closeau.

Lo dijo en una entrevista: "Carezco de personalidad. No soy nadie. Si me piden que interprete a Peter Sellers, no sabría: por suerte, trabajo tanto que pocas veces tengo que representarme a mí mismo".

¿Otro caso de actor loco? Algo parecido. Creyéndose vampiro, Bela Lugosi se consumió en la morfina. Vivien Leigh fue carne de manicomio; Judy Garland, esclava de los antidepresivos. Sellers, simplemente, no se soportó a sí mismo: acostumbrado a tomar prestadas vidas ajenas, no terminó de encontrarse.

Su origen, en cambio, está claro: Southsea, un costero pueblo británico. En el hogar soplaban dos vientos: el del Canal de la Mancha y un segundo, huracanado, que afectó desde pequeño a Sellers: la voz de su manipuladora madre. "No te rindas", le decía, "o serás un fracasado". Los Sellers sabían qué significaba esa palabra: nunca triunfaron como actores, pero criarse entre bambalinas orientó al joven Peter, que ni en el Ejército desperdició la oportunidad de actuar: formó una compañía cómica y, con su falso uniforme, alardeaba en la cantina de absurdas hazañas bélicas. La RAF, además, lo llevó a la India y Birmania, donde aumentó su colección de acentos.

Payaso malo

Además de esas armas de actor, Sellers acaparó trenes eléctricos, coches de lujo y mujeres. Pero antes se curtió en un programa radiofónico de la BBC: 'The Goon Show', al que consiguió acceder imitando, por teléfono, la recomendación de peces gordos de la farándula. El productor tuvo suerte: en Sellers encontró una mina, un inagotable torrente de chistes, personalidades y voces. Un cómico desopilante que después saltaba al cine.

Aunque su debut fue con 'Penny Points to Paradise' (1951), el éxito le llegó en 1955, con 'El quinteto de la muerte'. En la cinta, un clásico de la comedia británica, su personaje de asesino torpe sugiere los rasgos que lo harán diferente: algo siniestro, inquietante, oscuro, late tras la catarata de risas. Sí, es un payaso, pero algo nos dice que no es el payaso bueno.

Las tinieblas, sin duda, venían de la vida real. A su primera mujer, Anne, la dejó en cuanto le llegó la fama: sus hijos se vengan en alguna biografía desvelando su crueldad. Tampoco dejó un gran recuerdo en Britt Ekland, su segunda esposa, a la que pegó, introdujo en la cocaína e intentó hacer abortar. A su lado, Sellers sufrió trece infartos, a los que sobrevivió de milagro: escondido tras alguna de sus muchas máscaras, Sellers logró darle esquinazo a la muerte.

Las crisis cardiacas le impidieron terminar de rodar 'Bésame, tonto', de Billy Wilder, pero Hollywood ya le había pescado: en 1963 Sellers se convertía en el cómico más conocido del mundo gracias a 'La pantera rosa'. Dirigía Blake Edwards, autor de 'Días de vino y rosas' y 'Desayuno con diamantes', y Peter Ustinov había renunciado al papel del Inspector Closeau: Sellers y Edwards se odiaban, pero filmaron varias entregas más y, sobre todo, terminaron haciendo la magistral 'El guateque' (1968).

Pese al éxito, nunca se entendieron: "Supe que tenía delante un psicótico desde que lo conocí", dijo Edwards. Sellers, alucinado por las drogas, la masonería y un asesor espiritual, llegaba al rodaje con mensajes mesiánicos: "Ya sé cómo resolver la escena, Blake, anoche me lo dijo Dios". Edwards lo traicionó estrenando, tras morir el actor, una última entrega de 'La pantera rosa' hecha con escenas sobrantes de las anteriores: "Es la primera vez que he trabajado tranquilo con Sellers" dijo, chistoso y cruel, el director.

Entre Lolita y Moscú

Si lo bordó con Edwards no lo hizo peor con Kubrick, con quien rodó 'Lolita' (1962, y donde Nabokov lo piropeó) y 'Teléfono rojo: ¿Volamos hacia Moscú?' (1964), por la que recibió una de sus tres candidaturas al Oscar. Nunca lo ganó (a la estatuilla suele gustarle más que la hagan llorar que reír), aunque volvió a rozarlo con 'Bienvenido Mr. Chance' (1979). En la cinta, uno de sus últimos títulos, Sellers muestra mucho de sí mismo encarnando a un niño grande que, a base de decir tonterías, logra que todo el mundo lo admire. El penúltimo disfraz de un tipo que, entre sonrisas y lágrimas, murió del enésimo infarto hace 30 años: nos legó su voz, su cara, su lúgubre engranaje de máquina de hacer risas.

Sellers definido según Peter

Casi lloró en un plató televisivo cuando le preguntaron sobre su propia vida: tras una fachada de bromas, Sellers era un hombre inseguro, neurótico e infeliz. Algunas de sus frases traslucen su pena: "Soy como todos los humoristas", dijo en una ocasión, "sólo soy divertido cuando estoy trabajando". O una reflexión todavía más triste: "Soy un fantasma. Alguien irreal. Hasta que me hago de carne y hueso en la gran pantalla".

No pases de...

Una película. 'El guateque'. Considerada una de las cumbres de la comedia, Sellers encarna a un torpe actor indio que, por error, termina invitado a una fiesta en una mansión. Una desquiciada cinta en la que pueden llegar a bañarse en una piscina productores, niños bien y hasta un elefante asiático. Imprescindible. Blake Edwards, 1968. Fox, 6,99 euros.
Un disco. 'The best of Henry Mancini'. Todos hemos tarareado alguna vez la canción de 'La pantera rosa', creada por el genial compositor Henry Mancini. Este CD nos ofrece la oportunidad de volver a escucharla, acompañada por otros magistrales temas de obras maestras del cine como 'Desayuno con diamantes', 'Charada' o 'Hatari'. Henry Mancini, 2008. Paradiso, 6,99 euros.
Un libro. 'Mr. Strangelove'. Ed Sikov, autor también de una apasionante biografía de Billy Wilder, escribió el mejor libro sobre la vida de Sellers. Una obra muy superior a 'The Life and Death of Peter Sellers,' de Roger Lewis, en la que se basa la mediocre película 'Llámame Peter' (2003), donde apenas se salva la actuación de Geoffrey Rush. Ed Sikov, 2003. Ed. Hyperion, 35 euros.
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