La boya de investigación submarina hallada en la playa de Cofete (Fuerteventura) regresa a EEUU

El artefacto apareció varado en la costa majorera tras dos años recogiendo datos sobre cómo el ruido antropogénico afecta a cetáceos
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EP/REMITIDO
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La boya de investigación submarina que apareció varada hace un mes en la playa de Cofete, en el municipio de Pájara (Fuerteventura) regresará a Estados Unidos tras dos años a la deriva en el Océano Atlántico desde que fue arrojada al mar en la Costa de Massachussets, en el marco de una investigación sobre la contaminación acústica bajo el mar y su posible afección a las poblaciones de cetáceos.

La Consejería de Medio Ambiente del Cabildo majorero tiene ya listo el envío a la Universidad de Cornell, impulsora de este estudio, ubicada en Ithaca y perteneciente al estado de Nueva York, según informa la corporación insular en un comunicado.

La consejera de Medio Ambiente del Cabildo, Natalia Évora, destacó la colaboración mantenida entre el Cabildo y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), concretamente a través de Antonio Fernández (catedrático de catedrático de Histología y Patología Animal del Departamento de Biología de la ULPGC), quien ha realizado los contactos necesarios para gestionar la devolución de la boya con los investigadores norteamericanos responsables del proyecto.

"Hace unos días llegaba a nuestras oficinas desde Estados Unidos el contenedor especial de seguridad en el que será enviado el artefacto", aseguró Évora, quien incidió en que la información que han recogido los aparatos de medición de esta sonda será de gran valor para la comunidad científica internacional a la hora de valorar la influencia del ser humano en el entorno vital de los cetáceos.

La encontró un taxista

Igualmente, mostró el interés de Fuerteventura en estos resultados, puesto que sus aguas acogen "algunas de las poblaciones de mamíferos marinos más importantes del Atlántico".

La gerencia de Medio Ambiente del Cabildo resalta el buen funcionamiento de los dispositivos de vigilancia insulares al contactar con la persona que encontró la boya, el taxista de Morro Jable Pancho Pérez, y de coordinarse con la ULPGC para gestionar la devolución del artefacto.

"Existe una red de contactos entre los investigadores de cetáceos a nivel internacional que ha permitido recuperar y devolver este dispositivo con la mayor celeridad", señaló Tony Gallardo, para quien "ahora sólo resta esperar el análisis de los datos para conocer los resultados del estudio".

Dispositivo de última tecnología

El artefacto en cuestión es un dispositivo científico de última tecnología de unos 46 kilogramos de peso. Sus equipamientos incluyen una potente batería de hidrógeno, varios discos duros de alta capacidad, diferentes aparatos de medición y un armazón esférico sellado al vacío para evitar el contacto con el agua de mar.

Todo el artilugio venía dentro de una carcasa de plástico de alta resistencia, en el que se detallaba la información necesaria para contactar con los responsables del proyecto.

La densidad calibrada de la boya permite su desplazamiento a media agua a través de las corrientes marinas. Se presupone que la Corriente del Golfo ha sido la que ha impulsado el artefacto, desde que fuera arrojada al mar en Massachussets en enero de 2008, hasta que apareciera en junio de 2010 en la costa majorera.

Tras recorrer una distancia de 5.300 kilómetros, esta unidad submarina ha registrado una gran cantidad de datos bioacústicos a través de la medición de los ultrasonidos submarinos que permitirán conocer de qué manera los ruidos antropogénicos afectan a las poblaciones de cetáceos.

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