"Vivimos en tiempos de plomo. Que lo diga el juez Baltasar Garzón que, víctima del despecho de algunos de sus pares demasiado complacientes con el fascismo que perdura tras el nombre de la Falange Española y de sus acólitos, vive bajo la amenaza de una inhabilitación de entre doce y dieciséis años que liquidaría definitivamente su carrera de magistrado”. Así defendía José Saramago al magistrado español en ese último post que escribió en su blog.

Saramago ha muerto este viernes en Lanzarote a los 87 años de edad. Su defendido, amigo y ferviente admirador del Premio Nobel, Baltasar Garzón, no ha dudado en reconocer a 20 Minutos, poco después de conocer su muerte, su profundo pesar por la pérdida: "Era mi amigo y era una persona a la que admiraba muchísimo. Tengo ahora misma en la retina la imagen de nuestro último acto juntos, en diciembre del año pasado, el Día de los Derechos Humanos".

Tras un breve silencio, de esos que se pueden ver aunque sea a través del teléfono, prosigue el magistrado. Está claro que no sólo muestra su pesar, quiere poner de manifiesto algo tan indiscutible como la enormidad del portugués: "Fue un hombre coherente en su forma de escribir y de pensar y ha sido y es un referente de las generaciones más jóvenes. Su fuerza no sólo la transmitió con su literatura, sino con su compromiso por las causas justas. La suya era la bandera de la honestidad".