El científico Emilio Méndez ve difícil evitar el uso de combustibles fósiles y busca poder almacenar energía

El Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica de 1998 y director del Centro de Nanomateriales Funcionalizados, Emilio Méndez, señaló hoy en Gijón que la ciencia busca a través de la nanotecnología un método de almacenar energía, ya que de la generada, al menos en EEUU, el 60 por ciento se desperdicia, una parte por falta de eficiencia. En su laboratorio, de hecho, se investiga aumentar la cantidad de energía que se almacena gracias a material nanotecnológico.

Así lo indicó tras la inauguración en el recinto ferial 'Luis Adaro' del lanzamiento oficial de la Plataforma de innovación Tecnológica Europea (ETIP) 'NANOfutures', a lo que añadió que a medio plazo el uso del petróleo, el gas natural y el carbón va a seguir siendo obligado, aunque se avance en las energías renovables. Eso sí, dejó claro que se deben utilizar tecnologías limpias con el carbón, como el secuestro de CO2.

Para paliar los efectos contaminantes del uso de los combustibles fósiles, insistió en la necesidad de incrementar la eficiencia energética, como pueda ser con ventanas inteligentes con cristales capaces de absorber más luz o el reemplazar los tubos fluorescentes. Todo eso es terreno de la nanotecnología, según él, y apuntó que se trabaja ya, incluso se comercializa, en puntos cuánticos de distintos colores capaces de generar luz blanca. Como todo, señaló que el problema es el precio.

También indicó que toda la energía viene en el fondo del sol, por lo que animó a absorber esta energía directamente y convertirla en electricidad u otras fuentes de energía.

En este punto, señaló que en su laboratorio se está trabajando en células solares que están con materiales orgánicos, con polímeros, que son menos eficientes por el momento que las de silicio, pero mucho más baratas. El desafío es aumentar esa eficiencia hasta situarla al nivel del silicio, pero manteniendo el bajo precio, según él.

Otro de los proyectos de investigación es lograr 'romper' el agua en sus dos componentes, en hidrógeno y oxígeno, y así usar el primero para alimentar pilas de combustible o como otra fuente de energía. Hasta ahora esa descomposición sólo se consigue con electricidad, por lo que se investiga un nuevo catalizador para aprovechar la luz solar. La aplicación práctica de todas estas tecnologías energéticas será a medio plazo, entre cinco o diez años, y servirán para que puedan complementar a las ya existentes.

Respecto a que sea una empresa de cosmética la que más patentes tenga en nanotecnología, argumentó que el sector privado va a conseguir el beneficio lo antes posible. En el caso de la industria cosmética, señaló que con una pequeña inversión puede usar la nanotecnología en su estado actual y conseguir lo que ellos consiguen.

Como ejemplo, citó el uso de nanopartículas de óxido de titanio en cremas bronceadores, que absorben la luz ultravioleta y, por tanto, protegen de los rayos solares. "Son pequeñas revoluciones en su sistema de producción pero que le permiten unas ganancias relativas", dijo.

Sobre la percepción del ciudadano de estos avances, dejó claro que lo que se ve de ciencia ficción en películas, seguirá siéndolo toda la vida, como el caso de robots fuera de control que atacan a los humanos. En cambio, hay otros aspectos más cotidianos, como los tejidos que usan nanopartículas para ser más resistentes a las manchas o que no se arrugan, que ya son una realidad.

Otro ejemplo es el del golf, deporte en el que se pueden usar pelotas compuestas con nanoparticulas y que son más resistentes al cambio cuando giran a gran velocidad, lo que permite controlar mejor la dirección, o el de las raquetas de tenis. También en nanomedicina empieza a verse alguna aplicación de esta tecnología, ahora más en fase experimental pero que en unos cinco años será ya habitual.

Asturias bien posicionada

En cuanto a España, indicó que hay mucho dinero invertido y que en lo que respecta a nanociencia está bien situada, ya que hay muchos centros y grupos de investigación. No obstante, en nanotecnología -aplicación práctica de la anterior— las cosas no están "tan brillantes", porque la iniciativa privada "no ha dado más de sí".

En el caso de Asturias, destacó que las cosas están bastante bien al haber empresas interesadas en nanotecnología y también centros de investigación que funcionan muy bien sobre todo en biomedicina.

Por otro lado, durante su ponencia, indicó que el objetivo de la nanotecnología es "vivir mejor y durante más tiempo". Méndez diferenció la nanociencia, descubrimientos a escala nano, de la nanotecnología, que es la aplicación práctica. El Gobierno americano destina la mayor parte de las inversiones en la primera, mientras que en la segunda lo hace el sector privado. Méndez instó a invertir en la comercialización de los productos, que es la tendencia que se sigue en EEUU.

Oportunidades y desafíos

Entre otras cosas, resaltó sus aplicaciones en medicina para diagnosticar enfermedades a través de nanosensores que pueden llegar a cualquier parte del organismo y localizar por ejemplo tumores, o para suministrar fármacos en lugares recónditos. A largo plazo, las oportunidades de negocio vendrán de la nanoelectrónica y la electrónica molecular, aunque apuntó que si hay una revolución, será "suave y blanda".

Los desafíos, en cambio, están en lograr que las partículas sean todas iguales en sus propiedades, algo que no pasa ahora, de forma que se pase la muestra del laboratorio a una gran escala de producción. Según él, se necesitan muchas ideas, ya que es luego el mercado quien decide cuál es la buena.

También lo económico entra en el juego, ya que se precisa hacer la mejor tecnología al mejor precio, ya que sin ello, indicó que no hay éxito. Además, se deben conocer las propiedades de los materiales, para saber si cambian cuando se emplean a pequeña escala. "Se necesitan elementos de seguridad para las personas y el entorno", dijo antes de añadir que se precisa controlar estas partículas.

Méndez, asimismo, lamentó que en España, y en general en Europa, hay gente bien preparada y una buena industria, pero hay falta de confianza y pesimismo. Los americanos, por contra, tienen sentido de optimismo, son una sociedad abierta, están orgullosos de su país, son personas orientados a la práctica y autosuficientes, es decir que no buscan tanto las soluciones en el Gobierno.

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