El jurado en el 'crimen de la maleta' halla culpable de homicidio al acusado

El jurado popular constituido en Valladolid para juzgar a David A.S. por haber dado muerte el 12 de septiembre de 2008 a su entonces novia, la joven Eki María Mayo Johnson, y de haber introducido luego su cadáver en una maleta que lanzó al pozo de una bodega en Tariego de Cerrato (Palencia), consideró al acusado culpable de un delito de homicidio.

El veredicto del jurado coincide así con la postura de las dos acusaciones públicas, Ministerio Fiscal y Abogacía del Estado, y difiere de la sostenida tanto por las dos acusaciones particulares, que consideraban al acusado autor de un delito de asesinato, como por la defensa, que había pedido la absolución al considerar que la muerte de la joven de origen nigeriano se produjo de forma accidental, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.

Las cinco mujeres y cuatro varones del jurado, tras la deliberación iniciada en la tarde de ayer, consideraron al procesado autor de un delito de homicidio, con las agravantes de parentesco—ven probada la relación sentimental que mantenía la pareja—y de abuso de superioridad, al entender que David A.S, de fuerte complexión física debido a que practica el culturismo, se valió de tal circunstancia para acabar con la vida de su víctima, de poco más de 1,60 de estatura y 50 kilos de peso.

Emitido el veredicto, en el que no se da por probada la agravante de alevosía—acometimiento por sorpresa—que defendían las acusaciones particulares, en representación de los padres de la víctima, y que habría conllevado una condena por asesinato, el mini8sterio Fiscal mantuvo invariable su petición de 15 años por homicidio y el abogado del Estado, que inicialmente solicitaba 20, se adhirió a la petición del acusador público.

Por su parte, los dos acusadores particulares se vieron obligados a modificar su calificación, sustituyendo el asesinato por homicidio, y también la pena solicitada, que pasó de 20 a 15 años, mientras que el defensor, que hasta el momento pedía la absolución y, alternativamente, tres años por homicidio imprudente, con la atenuante de drogadicción, no tuvo más remedio que elevar la petición de pena a catorce años y dos meses de privación de libertad.

El acusado, quien rechazó mantener una relación de noviazgo con la fallecida y sí meramente sexual, sostuvo desde el principio que el fallecimiento de Eki María se produjo de forma puramente accidental durante una discusión en el domicilio de la joven porque ésta pretendía salir de copas y él rechazó tal invitación porque ya había quedado con otra chica.

Así, David A.S, cuya versión no ha sido creída por el jurado, mantenía que le propinó un fuerte empujón y ésta, dado que llevaba tacones, se tropezó con una alfombra, perdió el equilibrio y se golpeó la cabeza contra una pared y el suelo.

Ruptura de la relación.

A tenor de la decisión del jurado, el móvil del crimen tiene su origen en la decisión de Eki María, prostituta de profesión, de poner fin a la relación sentimental que había iniciado con David A.S, con numerosos antecedentes por robo y tráfico de drogas y otros delitos, cuando éste cumplía pena en la prisión de Dueñas (Palencia).

Fue el día 12 de septiembre, un día después de salir de la cárcel, cuando David A.S. acudió al domicilio que Eki María había alquilado en la calle Manuel Silvela, en el vallisoletano barrio de Parquesol, y conoció por boca de esta última su deseo de poner fin al noviazgo.

Se produjo entonces una violenta discusión que se inició en la cocina de la vivienda, tal y como atestigua un reloj que apareció roto en dicha dependencia, y continuó luego en el pasillo, donde el acusado propinó a la chica un puñetazo en la región malar izquierda, para concluir en el salón, escenario del segundo y último impacto que provocó la muerte casi instantánea de la joven, en apenas treinta segundos, fruto de una agresión con un objeto romo—no se ha podido determinar el tipo—que causó a la víctima un edema subdural que afectó a la base del cerebro.

Acto seguido, el procesado arrastró a la fallecida hasta la bañera para lavarla, limpió toda la casa y se deshizo más tarde del cadáver, para lo cual la introdujo en una maleta de la propia víctima que arrojó en una bodega abandonada del paraje Collantes de Tariego de Cerrato (Palencia), localidad donde su familia tenía una vaquería.

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