Los hechos se produjeron cuando el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) recibió un aviso de una urbanización por el olor que procedía de una vivienda, en la que no había nadie y que tenía cortado el suministro eléctrico. Además. según el aviso, de la vivienda salía un fuerte hedor y por debajo de la puerta se podían ver gusanos de la descomposición de materia orgánica.
Una vez localizado el dueño de la vivienda, se entró en la casa y se comprobó la existencia de una bandeja de carne fresca de unos 20 kilos en descomposición, además de que por todo el domicilio había gusanos y moscas.
También había jamones, quesos, bandejas de filetes, lomos envasados al vacío, costilleres, cecinas y conservas, todo ello esparcido por las diferentes habitaciones, así como menaje con restos de comida en avanzado estado de descomposición.
En el frigorífico, que no tenía energía eléctrica, había diez envases de lomos y envases de filetes, todo ello caducado y en descomposición. Al parecer, el propietario de la vivienda dormía en la planta superior y cocinaba en las distintas habitaciones de la casa.
Tras la visita de un inspector de Sanidad, se recogieron todos los productos, que pesaron unos 400 kilos, y fueron destruidos en una incineradora.
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