No confundir con los tragamillas que inundan a diario el intestable enlosado del Paseo Marítimo, esa caminata de la clase media víctima de la amenaza cardiovascular. En todo Coruña resplandece en su merodeo social por el circuito plaza de mina-cantón-calle real-maría pita, cuyos pasos -«Adiós Poti», «qué bien te veo Totina»- marcan el compás hacia el aperitivo.
Cuentan las estadísticas que no hay ciudad en el mundo con semejante porcentaje de ociosos matutinos. Una capital de servicios tiene obligación de exhibir su cara más amable y el coruñés-de-toda-la-vida nace con el gen de la hospitalidad activado. No es extraño que Alcalde Vázquez luciera de Rey Sol en aquel inolvidable carnaval veneciano.
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