Islandia, libre del caos creado por su volcán

  • Los expertos pronostican un cambio en la dirección del viento que podría llevar las cenizas sobre la capital Reikiavik, hasta ahora intacta.
  • Vulcanólogos apuntan a que la actividad pudiera extenderse al hermano pequeño del Eyjafjalla, potencialmente más peligroso.
  • El presidente del país destaca que se trata de "un espectáculo".
  • La nube de ceniza impedirá este lunes el despegue del 70% de vuelos.
El volcán subterráneo del glaciar Eyjafjallajökull escupiendo una gran columna de ceniza.
El volcán subterráneo del glaciar Eyjafjallajökull escupiendo una gran columna de ceniza.
EFE
El volcán subterráneo del glaciar Eyjafjallajökull escupiendo una gran columna de ceniza.

Islandia es un bálsamo de país con una proyección internacional discreta. Sin embargo, en el último año y medio ha sido noticia por su maltrecha economía (su Gobierno fue el primero en caer por la crisis) y porque su actual Ejecutivo es el primero presidido por una persona abiertamente homosexual, la socialdemócrata Johanna Sigurdardottir.

Ahora es noticia por motivos diferentes, relacionados con su naturaleza, volcánica y glaciar. La nube de cenizas producida por la erupción del volcán Eyjafjalla lleva cinco días poniendo en jaque el espacio aéreo europeo. Por el contrario, salvo daños menores causados por inundaciones y corrimientos de tierra, la isla ha permanecido a salvo de cancelaciones de vuelos y restricciones.

Pero los expertos vulcanólogos que estudian al milímetro la evolución del volcán (aquí se ve la gráfica de su actividad), apuntan a que esta situación podría invertirse e, incluso, agravarse. Por un lado, un cambio en la dirección del viento podría hacer que la nube de cenizas se dirigiera hacia la hasta ahora intacta capital Reikiavik.

Por otro, las propias autoridades islandesas han apuntado la posibilidad de que la actividad volcánica pudiera extenderse al "hermano pequeño" del Eyjafjalla, el Katla, un volcán de tamaño menor y conectado con aquel a través del subsuelo, pero potencialmente más peligroso porque está rodeado de un glaciar cinco veces más grande. "Si estalla, será una verdadera tragedia. No se tratará de atrasos en los aeropuertos: la isla entera se vería inundada, y podría producirse un cambio climático de proporciones catastróficas", advirtió hace unos días un responsable local de la Cruz Roja.

Un empujón para el turismo

El turismo en Islandia, que desde hace años explota al máximo las rasgos de su naturaleza indómita, su baja densidad de población y la promesa de aventuras, como  intuyó ya hace mucho Julio Verne, es uno de los sectores clave de su economía.

Olafur Grimmsson, presidente del país, ha sido muy gráfico cuando ha declarado que "lo que estamos presenciando es el despliegue de las fuerzas de la naturaleza. Y se trata de un espectáculo que no se puede ver en ningún otro lugar del mundo".

Un espectáculo -y un fastidio y un peligro- que aún no se sabe a ciencia cierta cuánto va a durar. Los expertos apuntan a un cese progresivo de la actividad del Eyjafjalla, aunque informan que su última erupción, en 1821, se prolongó más de un año.

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