Y es que los nuevos matrimonios del siglo XXI se casan por el banco, y no por la Iglesia ni el Juzgado, porque así está escrito en la biblia del ladrillo. Más que compartir amor, lo suyo es compartir gastos, y si la cosa sale bien, estupendo. Dos pichoncitos que encuentran su nido de amor y lo pagan con el sudor de ambas frentes.
Pero si sale mal, en el mejor de los casos, se vende el matrimonio hipotecado a otros dos a los que se les desea más suerte y se vuelve uno, a los cincuenta, a casa de sus padres, sin piso, sin alquiler y sin novio. Pero libre de hipotecas, al fin y al cabo.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios