A pesar de haber nacido y crecido en La Elipa, José Cobos (al que todos llaman Jose, sin tilde) tiene el carácter de un hombre de campo. Observa con calma lo que le rodea, es tranquilo y callado y escucha más que habla. Cuesta mucho enfadarlo y tan sólo se altera cuando, conduciendo por Madrid, le «hacen pirulas». a los supersticiosos les parecerá que Jose tienta a la suerte: es conductor del bibliobús número 13 de la Comunidad de Madrid desde hace casi 13 años. Pero el vehículo, al que van a sustituir el año que viene por otro más moderno, le trajo buenas cosas: en él encontró un trabajo que le gusta y también conoció a su mujer, Nuria, que era bibliotecaria en el 13. Ahora tienen una niña de cuatro años y Jose se siente retrocediendo en el tiempo: escucha música y ve películas para niños. Se sorprende oyendo a los Teletubbies en el coche «para que la niña esté tranquila. Mirar su cara ya es suficiente para ser feliz».
Conduce desde los 18, trabajó en hostelería, en empresas de desinsectación («cucharachero» y «ratero»), de vendedor en una tienda de muebles, repartiendo propaganda, en una empresa de autocares... hasta que llegó al bibliobús por unas oposiciones. Cuando entró a trabajar había leído muy pocos libros y ahora lo devora todo. Ha descubierto más: en el bibliobús no sólo se prestan libros. «Se convive con muchas personas que vienen también a hablar. La gente a veces busca más que un libro a alguien que los escuche. Es una terapia. Muchos de los que vienen a coger libros están deseando contarte su vida».
Al preguntarle si él la cuenta a los demás, dice que no demasiado. Repite muchas veces que no tiene nada extraordinario. A lo mejor le queda por descubrir que la grandeza reside en la normalidad de cada día, en que todo el engranaje funcione.
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