El 18 de septiembre de 1936, en los primeros meses de la guerra civil, un consejo militar se hacía con el mando de la ciudad. Lo primero que hicieron fue cambiar el nombre de las calles.
Libertad, Igualdad y Fraternidad, calles que evocaban el triunfo del pueblo francés sobre el Antiguo Régimen, se camuflaron bajo Disciplina, Justicia y Trabajo. También se pasó del primitivo Campo da Leña a la plaza de España, de Mártires de Carral a Monelos, y de calle del Socorro a Juan Canalejo, quien también da nombre al hospital.
El caso de Juan Canalejo
Canalejo Castells no destacó precisamente por sus conocimientos de galeno. José Antonio, fundador de la Falange, llegó a a comentar sobre este teniente que «le faltaba orientación teórica, lo suyo era la práctica de la violencia». Murió fusilado por el bando republicano en la cárcel del Jarama, y se convirtió en un mártir del franquismo.
La Xunta ya debate el cambio de nombre del hospital, y son muchos los que piden variar el nomenclátor de la ciudad. Pero el grupo de Gobierno hace caso omiso alegando el respeto a la historia.
Los vestigios de la dictadura
Los Cantones de José Antonio y las flechas: En los Cantones todavía se conserva la placa dedicada al fundador de la Falange Española y las flechas de la organización fascista.
El águila sobrevive al escudo constitucional: En el edificio de Correos conviven los escudos de antes y después de la dictadura. El águila del régimen saluda a todos los ciudadanos.
La provisionalidad del Alférez perdura: El monumento al oficial de menor rango dura más de lo que se decía en el frente: «Alférez provisional, cadáver efectivo».
El Generalísimo sigue entre nosotros: El dictador, que sigue ostentando el título de alcalde honorífico de A Coruña, está presente en el viaducto de salida de la ciudad.
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