Ante los miuras que se le vienen encima sobre recalificaciones, Francisco Marqués da sus tres magistrales muletazos: El de pasarle la pelota a los ayuntamientos como responsables últimos de las decisiones sobre el suelo; el de atenerse a los estudios de impacto medioambiental (muchas veces encargados a empresas privadas por los propios interesados en construir) y el de aconsejar la vía judicial ante la certeza de que las denuncias no prosperarán. Y ahí está el problema: la legislación murciana no está preparada para todo este desmadre ladrillero.
En la afición de la plaza regional se escuchan pitos esperando que el consejero salga al ruedo y proponga y aplique ya una normativa que nos permita prosperar sin sacrificar nuestros espacios naturales, que desaparecen cada día que pasa. Y es que cuanto más conozco la política menos me gustan los toros.
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