La fina línea entre la cortesía del "pase señorita" y la actitud machista

Trío de mujeres: La ministra de Igualdad, en un momento de la entrevista, con las directoras adjuntas de 20minutos.es y 20 minutos, Virginia P. Alonso (izquierda) y Raquel P. Ejerique (centro).
Trío de mujeres: La ministra de Igualdad, en un momento de la entrevista, con las directoras adjuntas de 20minutos.es y 20 minutos, Virginia P. Alonso (izquierda) y Raquel P. Ejerique (centro).
JORGE PARÍS
Trío de mujeres: La ministra de Igualdad, en un momento de la entrevista, con las directoras adjuntas de 20minutos.es y 20 minutos, Virginia P. Alonso (izquierda) y Raquel P. Ejerique (centro).

"Me gusta que me abran la puerta, que me echen algún piropo, en fin, la caballerosidad no tiene nada que ver con el machismo". Las palabras de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, este lunes en una entrevista a 20minutos.es, abrieron un debate en el que caben partidarios de costumbres de "toda la vida" y los que opinan que bordean el machismo.

Más del 50% de los lectores que participaron ayer en la encuesta lanzada por 20minutos.es veían el gesto de abrir una puerta como una cuestión de educación, pero hay opiniones para todos los gustos sobre las palabras de Aído. "El piropo es sexista. Una cosa es la educación y la cortesía (abrir una puerta a una mujer) y otra distinta, algo que chirría al oído", asegura Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas (FMP).

Otros expertos hablan de tipos de cumplidos. "Un halago refuerza, pero algo soez está fuera de tono", explica la psicóloga María Jesús Álvarez, que apunta que "el debate es estéril; lo ideal es buscar el equilibrio entre hombres y mujeres".

Intromisiones

Si abrir una puerta a una mujer o dejarla pasar levanta las sospechas, el "pase señorita" irrita a la FMP: "Es una intromisión en la vida de alguien, es especular con su estado civil. Nadie habla de señoritos, y si lo hacen es con otra connotación".

Por su parte, en el Colegio de Sociólogos de Madrid dan las claves para poner límites al piropo. "En grupos de amistades o familiares se producen con naturalidad. Pero si es en la calle, en el espacio público, demuestra el deseo de apropiarse de un cuerpo ajeno", apunta Esther Castellanos, de la Comisión de Igualdad del organismo.

Castellanos tiene claro que hay peores micromachismos, como el de que en un restaurante la cuenta se entregue al hombre, o que sólo en baños de señoras se puedan cambiar pañales.

"No es un día para ofrendas"

El Día Internacional de la Mujer llenó ayer las ciudades españolas de actos y concentraciones en favor de la igualdad. El Parlamento Europeo, en boca de su presidente, Jerzy Buzek, aprovechó la fecha para recordar que el 8 de marzo "no es un día para ofrendas florales. Tenemos que conseguir la igualdad de derechos y oportunidades". Sus palabras llegaron el mismo día en que una accidentada sesión en el Parlamento indio obligó a suspender cuatro veces la aprobación de una ley que reserva el 33% de los escaños a mujeres.

Costumbres de toda la vida en la calle

Rocío Montero. 19 años. "Nos pueden abrir la puerta, y eso no lo veo especialmente mal. Lo que es distinto es lo de los piropos, eso me sienta fatal, no me gusta nada y lo veo un arranque machista, porque casi no se escuchan de nosotras a ellos. Donde también veo machismo es en lo de las bajas por maternidad: una mujer tiene cuatro meses y un hombre, 15 días. Eso no es justo ni equitativo, está muy claro".
Mario Hernández. 18 años. "Es anticuado, pero me parece más cortesía que otra cosa lo de dejar pasar a una persona. En el metro, no me fijo en la cara del que venga detrás, dejo pasar y punto. Lo que no hago nunca es lo de lanzar piropos, me parece que cualquiera es machista. Y creo que vamos a peor, somos cada vez más machistas con la mujer. Estamos peor que hace diez años, y lo que falta por venir".
Maria del Carmen Tenorio. 52 años. "Me encantan los piropos, me hacen sentir muy bien, y a mis años es todavía mejor. Eso sí, yo nunca lo he hecho por vergüenza que me da. Creo que, en general, España es menos machista que hace unos años, sobre todo se nota entre los más jóvenes. Y, en concreto, la gente más culta es la más respetuosa con el resto, sea hombre o mujer. En eso hemos avanzado".
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