Unai Elorriaga reflexiona sobre las dictaduras en su nueva novela, en la que cambia "de raíz" forma y contenido

El escritor cree que en el País Vasco se hace "muy buena literatura" y hay "perlas" que no se han traducido al castellano

El escritor vasco Unai Elorriaga decidió "cambiar de raíz" al afrontar su cuarta novela, 'Londres es de cartón', y alejarse de las anteriores, tanto en el contenido como en la forma. En ella, reflexiona sobre las dictaduras en general y ninguna en particular con "mucha distancia" y desde "muchos puntos de vista", intentando no caer en el maniqueismo" y dejando la interpretación al lector.

Elorriaga, que presenta esta tarde la novela en Santander, dentro de la programación de la Tribuna Literaria de Caja Cantabria, señaló en una rueda de prensa previa que sus anteriores obras son "más familiares" y están protagonizadas por individuos "extravagantes", mientras que la que acaba de publicar es "mucho más social", toca temas políticos y está narrada de forma "mucho más seca" y "directa".

Un cambio "muy arriesgado", según dijo, porque ya tenía "unos cuantos miles de lectores" antes de escribirla, los que ha ido cosechando desde que en el año 2002 obtuvo el Premio Nacional de Narrativa con 'Un tranvía en SP'.

El escritor explicó que se trata de una obra muy reflexionada, en la que ha trabajado durante cuatro años, pero sobre la que le resulta difícil hablar, ya que tiene un final que "lo abarca todo", y ya se sabe que los finales no se pueden desvelar. Y es que Elorriaga está cada vez "más convencido de que el silencio es lo mejor para una novela", porque la obra "habla por sí sola".

No obstante, sí contó que es una novela que "está abierta", que nunca dice "si esto es blanco o negro" o si las dictaduras "son malas o buenas", sino que reflexiona sobre ellas y "cada cual, desde su experiencia, lo interpreta". Así, hay quienes identifican la historia con lo ocurrido en Chile, Argentina, la España de Franco o la Alemania de Hitler.

A ello ayuda el que la acción no se localice en ningún lugar concreto, y los protagonistas tengan nombres de diferentes orígenes y épocas, como Phineas, por ejemplo, algo que le ha llevado "mucho trabajo", dijo. De esta manera, intenta que el lector "empiece a leer de cero" la novela, en la que un hombre recrea la desaparición hace 20 años de su hermana, en plena dictadura, después de que ella le escriba y le anuncie que va a volver.

"Aunque es una dictadura ficticia, es real, porque todos los elementos son reales", y el autor los ha ido recogiendo de la historia de las dictaduras que han existido.

La única referencia geográfica en la obra es Londres, una ciudad que aparece porque "siempre tienes algo a lo que agarrarte" y para que los personajes no queden "un poco en el aire".

Sin embargo, el escritor cree que habrá gente que haya leído la obra en euskera y piense que se refiere al País Vasco, pero considera que sobre la violencia o sobre ETA ya se ha hablado, y hecho películas y documentales, por lo que él ha abordado esos temas "desde otro punto de vista" y de forma "más extravagante" para evitar que el lector sienta un "dejá vu".

Así, puso como ejemplo el hecho de que su nueva novela sucede encima de los tejados".

Elorriaga señaló que le ha interesado escribir sobre la dictadura porque es un tema "esencial" para él, y porque aunque nación en 1973 ha recibido "toda la herencia" de la dictadura, dado que en esa época vivieron sus padres y sus abuelos. "Soy como soy porque mis padres vienen de ahí, para bien y para mal", dijo.

Y es que, a su juicio, de cualquier situación, incluida una dictadura, se heredan valores "positivos y negativos". Es más, está seguro de que hasta el ex presidente norteamericano George Bush "ha dejado algo positivo", aunque "no se qué", dijo.

"muy buena" literatura

Por otro lado, Elorriaga consideró que en el País Vasco se hace "muy buena literatura", que "aporta cosas", pero "lo difícil es que te traduzcan", porque el mercado no es tan amplio.

Señaló que los autores "prueban cosas", y a veces aciertan y otras no, pero "de vez en cuando salen perlas que no se han traducido al castellano", aseguró.

Para el escritor, se trata de una cuestión "de economía", en el sentido de que como casi ningún escritor en euskera puede vivir de la literatura, "no se mira tanto" al mercado, que cuenta con 700.000 hablantes, y por eso se prueban "cosas diferentes".

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