Cuando cae la noche, entrar o salir de sus bloques es todo un suplicio. Las farolas no se encienden y el callejón en el que se ha transformado la calle Barrau con las obras del Metro, queda totalmente a oscuras. Los vecinos pasan miedo al cruzar. El paso es tan estrecho que la falta de luz lo ha convertido en la boca del lobo. Ni pueden ver por dónde pisan ni percibir la presencia de alguien cuando caminan.
No es un fallo puntual. Los vecinos aseguran que llevan dos años denunciando el problema. Pero la situación se ha agravado en el último mes. Durante este tiempo el alumbrado ha fallado en cuatro ocasiones. Y no de manera momentánea, porque denuncian que el Ayuntamiento tarda hasta 4 días en restablecer la iluminación. La última vez que se quedaron sin luz: el pasado lunes. Los vecinos quieren una solución definitiva.
El Ayuntamiento asegura que intentará dotar de mayor protección a los cables eléctricos de la calle. Pero achacan el problema a los trabajos del suburbano.
La empresa del Metro, por su parte, sostiene que no han registrado ninguna incidencia en la zona.
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