La otra cara de Jun, en una corrala

Frente a la ‘okupación’ conflictiva de Granada, 9 familias viven de forma pacífica, e ilegal, en Retiro desde hace una década.
Ruinosa. La corrala de Retiro, okupada por nueve familias, está apuntalada con vigas de acero.
Ruinosa. La corrala de Retiro, okupada por nueve familias, está apuntalada con vigas de acero.
Jorge París
Ruinosa. La corrala de Retiro, okupada por nueve familias, está apuntalada con vigas de acero.
Una gran cabeza sonriente con cuatro pelos, dibujada toscamente con bolígrafo azul, remata un escrito oficial del Ayuntamiento: el hijo menor de Pedro Jesús, de cinco años, ha hecho dibujitos en el papel que avisaba a su familia del desahucio.

El documento no sólo les indica que deben marcharse, sino, también, que se les ha denegado un piso de protección oficial. La mujer de Pedro Jesús, Raquel, fue propietaria hace años de una vivienda («28 m2 sin ventanas»), lo que ahora la excluye legalmente como adjudicataria.

Familias por traficantes

Pedro Luis, Raquel y sus hijos son una de las nueve familias  okupas de una corrala de la calle Luis Peidró (Retiro), tras la estación de Méndez Álvaro. Llegaron hace trece años y se quedaron, para alivio del barrio: «Los ‘inquilinos’ anteriores usaban el edificio para trapichear y había mucha inseguridad. Ahora, en cambio, ésta es una zona tranquila».

El caso de esta corrala es la antítesis de lo sucedido en la localidad granadina de Jun, donde 19 familias sembraron el miedo al okupar un edificio. Pero puede que las similitudes comiencen cuando, en pocos meses, lleguen las máquinas de demolición. «A este paso tendremos que acampar en la calle para vivir», se lamenta Pedro Jesús.

Aunque la mayoría de las familias de la corrala serán realojadas en pisos, algunas han tenido la misma suerte que Pedro Jesús. Es el caso de Moisés, de 25 años, que okupa una vivienda de un dormitorio con su hija y su mujer, embarazada de nueve meses.

«Yo vivía aquí con mis padres –explica el joven–. Cuando cumplí la mayoría de edad, compraron un piso a mi nombre, lo vendieron y se fueron a Jaén. Ahora yo figuro como ex propietario, por lo que el Ayuntamiento no me da una vivienda».

Tampoco habrá casa para Carmen, de 23 años, su marido y su hijo, que ayer cumplió tres. «Llevo aquí cinco años, pero no figuro en el censo; será por eso por lo que no me dan piso», aventura la joven. «Cuando vengan las máquinas no sé qué haré: a lo mejor sí que deberíamos plantarnos ante el Ayuntamiento, como los de Jun».

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