El director del filme Celda 211 reconoce que, por estar rodada en una antigua cárcel, creía que el rodaje "sería un infierno", pero al final fue "el trabajo en el que mejor me lo he pasado", asegura Daniel Monzón.

¿Qué se siente al llegar a los Goya como favoritos?

Que no he hecho yo la película, que no es mía. Y tampoco estoy nada nervioso, porque bastante mal lo pasaré ya el domingo. Creo que los premios estarán muy repartidos porque hay películas muy buenas. Aún así, lo siento como un halago, como una palmada en la espalda.

¿Ha calculado ya cuántos premios pueden ganar?

Trato de evitarlo. Si entro en esos juegos me voy a poner muy nervioso. Y mi objetivo es disfrutar hasta esa noche.

¿Qué le dice que la gente siga viendo la película?

Es lo que más me enorgullece. Lleva más de tres meses en los cines y no baja de las más vistas. Me llena seguir abriendo el periódico y encontrarla todavía en la cartelera en muchas ciudades.

¿Por qué ha gustado tanto?

Pese a estar haciendo una película muy negra, dura, áspera, todos estábamos disfrutando ya en el rodaje, pero nunca pensé que llegaríamos a un público tan amplio.

Dígame el secreto entonces.

Creo que la historia conmueve. Sin querer ser arrogante, la cinta ha tocado el corazón del espectador.

¿Qué premio le apetece más?

Una de las grandes alegrías de tener 16 candidaturas es que reflejan la labor de todo un equipo. Una película no es la labor de una sola persona, sino de muchas. Y en Celda 211 cada una ha puesto su alma, talento y entrega a tope.

BIO. Nació en Palma de Mallorca en 1968. Antes de dirigir El corazón del guerrero (1999), había trabajado como periodista y crítico de cine. Ha dirigido también El robo más grande jamás contado (2002) y La caja Kovac (2006).