Lee algunas de las historias que han participado en nuestro concurso de relatos

  • 'De mayor quiero ser... ¡escritor!' ha tenido una gran acogida.
  • La creatividad ha sido la tónica de todas las propuestas.

El concurso De mayor quiero ser... ¡escritor! puesto en marcha por 20minutos.es en colaboración con la editorial Edelvives y Alfredo Gómez Cerdá, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, ha tenido una gran acogida entre los usuarios más jóvenes de nuestra web.

Por eso, y aunque ya hemos elegido un ganador –una tarea que nos ha resultado muy complicada-, hemos decidido publicar algunos de los relatos que los participantes han enviado, por considerar que son un ejemplo de creatividad al tiempo que unos buenos ejercicios de escritura. A continuación, las historias de ocho futuros escritores:

A miles de kilómetros

José tenía doce años y trabajaba doce horas al día. No quería cumplir más años por si al patrón se le ocurría aumentarle también la jornada. A pesar de eso, era una suerte, pues solo los niños más afortunados de su barrio conseguían un trabajo, como él. El resto, vivía en la calle y de la calle. Un día, José se encontró un pequeño cofre de madera. Estaba muy viejo y su cerradura de hierro, roñosa. Desde luego, no servía para nada. Intentó abrirlo varias veces, pero no lo consiguió. La tapa parecía literalmente soldada al resto. Cansado de forcejear con él, lo guardó junto a sus pocas pertenencias, pensando que le serviría para hacer astillas con las que prender el fogón, y se echó a dormir.

A miles de kilómetros de donde José vivía, Santiago salió de un moderno edificio. Antes de entrar en el lujoso coche que le estaba esperando en la puerta, con el chofer haciéndole una reverencia, volvió la cabeza y sonrió satisfecho. Aquel edificio era la sede central de su empresa, que ya estaba extendida por todo el planeta. Por eso, Santiago era una de los hombres más ricos del mundo. Antes de entrar en el coche, junto al bordillo de la acera, vio algo que brillaba. Aunque no acostumbraba a hacerlo, se agachó y recogió un objeto. Ya en el coche, lo estuvo observando con detenimiento. Se trataba de una llave de oro. Se preguntó qué podría abrir aquella llave; sin duda, tendría que ser algo muy valioso. Pero como no encontraba una respuesta, se guardó aquella llave en el bolsillo de su americana, apoyó la cabeza en el respaldo mullido del asiento y se quedó dormido…

1.- ...¿Qué y de quién será esta cosa?, se preguntó José mientras iba a casa del patrón para consultarle. El patrón normalmente le pagaba bien, si estaba de buenas; si estaba de malas ya se podía ir olvidando del dinero. Ese día había tenido suerte, estaba de buenas. El patrón le dio la paga y se quedó muy sorprendido al ver que José no se iba rápidamente, como hacía normalmente; al contrario, se quedó parado y, con mucha educación, le enseñó el cofre. -¿Sabe lo que puede ser esto, patrón?-, dijo ilusionado por oír la respuesta.- Creo que es una especie de caja antigua y muy bonita, me informaré sobre ella si puedo-, le respondió el anciano hombre, que hace unos años había sido arqueólogo, con una sonrisa de oreja a oreja.

A miles de kilómetros Santiago ordenó al chófer que parara en el museo de arqueología para preguntar una cosa. Cuando llegaron, Santiago buscó al director del museo y le preguntó: -Por favor, Jaime-, pues ese era el nombre del director, -¿sabes lo que es esto?-. Jaime se quedó pensando y al cabo de unos minutos le respondió: -Sí, creo que también sé lo que abre. Tengo que hablar con un antiguo empleado-.

Pero antes de marcar el número de Luis, el patrón de José y antiguo empleado del museo, sonó su propio móvil. En la pantalla apareció el nombre de la persona con la que quería hablar Jaime: Luis. Cuando se reunieron y consiguieron abrir la caja encontraron los nombres de sus respectivas compañías, unas monedas para José y un certificado de adopción de José para Santiago. (Sergio Hernandez Recio)

2.- ...Empezó a ver unas imágenes muy confusas. Lo único que distinguió con claridad fue un muchacho de unos doce años con la piel oscura y unas ropas muy pobres y un ser que resultó ser un dragón. Se despertó sobresaltado y, sin entender muy bien el significado del sueño pero creyendo que es lo que debía de hacer, mandó que le trajeran todos los cofres que encontraran y no tuvieran llave.

Un señor pasó por la calles del barrio donde vivía José mirando y preguntando a la gente. Se acercó a él. El chico intentó ocultar el cofre, pues tenía la impresión de que se lo arrebatarían, pero el señor lo vio y se lo quitó de muy malos modos. Después se marchó sin darse cuenta de que José lo seguía porque no estaba dispuesto a perderlo. No muy lejos, Santiago hacía la prueba de la llave a todos los cofres que le llevaban. Estaba alojado en un lujoso hotel porque su oficio así lo requería. El mismo señor que le quitó el cofre a José, había depositado el objeto delante de su amo y se había marchado silenciosamente. Santiago metió la llave en la cerradura roñosa del cofre y la giró. Por fin iba a saber lo que contenía. Iba a levantar la tapa cuando alguien se abalanzó sobre él.

José intentó recuperar su cofre, pero Santiago también lo quería, así que los dos empezaron a tirar de él. El cofre cayó a suelo y se abrió. Una fuerza empujó a José y a Santiago dentro del cofre, que se cerró cuando los dos estuvieron dentro. -Bienvenidos- una voz potente recibió a los recién llegados. El cofre y la llave han sido juntados gracias a vosotros- prosiguió el ser, que era un dragón como el que Santiago había visto en su sueño. Habéis sido los elegidos para una importante misión que…

- Esto es una bobada. No me preocupan los demás y sus problemas- replicó Santiago.

- Veo que no te gusta esto- el dragón se enfureció- Serás devuelto a tu lugar, donde te corresponde. Santiago desapareció y llegó a un lugar solitario. José, asustado, intentó escapar y el dragón, más enfadado, le devolvió a su hogar, a la vez que hizo desaparecer la llave y el cofre, para que alguien que pudiera salvar el mundo los encontrara. (Paula Vidales Miguelez)

3.- ...Cuando Santiago llegó al aeropuerto en su limusina habían pasado dos horas. Facturó el equipaje y subió al avión, en primera clase, por supuesto. Al día siguiente debía estar en Colombia. Aprovechando que tenía una reunión para fusionar su empresa, visitaría a sus empleados. Nunca los había visto. Una vez sentado en los cómodos asientos del avión, sacó la llave que había encontrado y la examinó de nuevo. Era alargada y muy compleja. Debía guardar algo valiosísimo. Llegó a Colombia a las once de la mañana. Hacía un calor asfixiante con aquel traje. "Aún le sobra tiempo, señor" dijo el chófer. "Tal vez quiera visitar la plantación de café, como me comentó". "No estaría mal", dijo por respuesta.

Llegaron media hora más tarde. Niños de 3 a 14 años llevaban carretillas cargadas de café de un lado a otro. Estaban agotados, desnutridos. Sus ojos se encontraron con los de José, que sostenía la caja que había encontrado el día anterior entre las manos. "¿Y si mi llave abre esa caja?", pensó Santiago. "Pero, ¿cómo una llave tan lujosa como la mía puede estar unida con un cofre tan mugriento como ese?", se dirigió hacia el niño.

La curiosidad lo había carcomido todo el viaje. Al ver a Santiago, José corrió despavorido, cayéndosele así la caja. Santiago probó a meter la llave. No encajaba. Entonces se le ocurrió meterla al revés. Un 'clic' le avisó de que la caja se había abierto. La excitación hizo que le sudaran las manos, pero toda esa curiosidad se esfumó al ver la caja vacía. Cuando estaba a punto de tirarla al suelo, vio que había un doble fondo, debajo del cual había tres lingotes de oro. Dejó el baúl en el suelo, donde lo había cogido, aunque abierto, con la esperanza de que José pudiera encontrarlo algún día. Y se fue. Se fue, denunció de forma anónima a su propia empresa y absolutamente nadie supo más de él. (Raquel López Lillo)

4.- ...Al día siguiente, algo despertó a José zarandeándolo de un lado a otro. Era el patrón, que vestido con prendas visiblemente nuevas, le pedía que se pusiese sus mejores ropas para recibir a Santiago de la Iera, uno de los hombres más ricos del mundo porque se disponía a adoptar a algún niño de aquel pobre y mísero barrio. Tristemente José abrió su baúl y lo más elegante que encontró fue el jersey de lana que su abuela tejió para él. Se dio cuenta de que no tenía calcetines limpios ni que estuviesen sin remendar, así que cogió los primeros que encontró y se calzó.

Salió a la calle mientras que todos los niños miraban curiosamente aquel vehículo alargado que se paseaba por el barrio. La limusina se paró ante la casa del patrón, y un hombre de unos cuarenta años salió vestido de traje. Le estrechó la mano al patrón, y entró en la casa sin ni siquiera fijarse en José. Pero algo le picó la curiosidad. Mientras escudriñaba el resto de la casa, pareció tomar una decisión y cogió la caja que José no pudo abrir la noche anterior.

Intentó que las dos varas de metal se separasen manualmente, pero José le avisó de que era en vano. Entonces Santiago miró al niño de reojo. ¿Es tuya esta caja, niño?” Y él asintió. “Bueno, tal vez tenga yo la solución para abrirla” dijo el hombre guiñándole un ojo. Sacó la llave de oro del bolsillo de la cazadora y en efecto, la caja se abrió. Pero allí no había nada, ni siquiera una mota de polvo. Decepcionado, Santiago dejó la caja en su sitio. Tomó la decisión de llevarse a José con él, pero el niño se opuso. "Aquí fuera hay muchos niños que están peor que yo. Siento contrariarlo pero no iré con usted. Ellos se lo merecen más". Al parecer, lo que había dentro de la caja era la madurez y el sentido de la generosidad. Así que pocas horas más tarde, todos los niños que vivían en aquel barrio se encontraban a miles de kilómetros de allí… (Nerea Pedraz Serna)

5.- ...Santiago se despertó sobresaltado de su sueño. En él se veía a miles de kilómetros de su casa, trabajando doce horas diarias teniendo como compañero a un niño de doce años que en más de una ocasión le sacaba de apuros. Preocupado por el sueño que había tenido, al día siguiente pidió a uno de sus empleados que averiguase si tenían una sucursal por la zona que le pareció reconocer. Cuando le dijeron que si, decidió presentarse en ella y cuando vio a José le reconoció como el niño de su sueño. Le contó lo que le pasó a raíz de encontrarse la llave y José le dijo que él se había encontrado un cofre que no podía abrir.

Fueron a casa de José y, aunque la llave no abrió el cofre, a Santiago le dio tanta pena ver en qué condiciones vivía José que decidió acogerle bajo su tutela y le mandó a estudiar a los mejores colegios. José en agradecimiento se esforzó para sacar con buenas notas sus estudios. En vacaciones siempre pasaba unos días con Santiago y se reían un montón al recordar cómo se conocieron. Y al cabo de unos años José pasó a dirigir las empresas de Santiago, donde ya no trabajaban niños porque ahora iban al colegio Santiago–José. Llevaba ese nombre por sus fundadores. (Ekaitz Temprano Ares)

6.- ...Minutos más tarde a miles de kilómetros, mientras José trabajaba en su ciudad, Puerto Príncipe, hubo un terrible terremoto. Una hora más tarde los servicios de rescate le encontraron vivo bajo los escombros de su empresa. Le sacaron, y como estaban todos los hospitales de Haití abarrotados de gente decidieron llevarlo a un hospital de España. Allí estaba Santiago visitando a su abuela, que estaba con Gripe A. Y José se dio cuenta de una cosa: ¡Tenia todavía el cofre bajo sus piernas! Estaba alucinando. Entonces miró el cofre y vio que tenía un nombre: Madrid. Justo cuando pasó Santiago le dijo José: -¿Donde encontraste esa llave?. Santiago respondió: - Me la encontré en Madrid. José pensó que la llave servia para su cofre. Santiago le dejó la llave y José abrió el cofre, pero hubo un problema.

El problema fue que la llave no encajaba. A José se le ocurrió una idea: Mirar la cerradura y romper la llave en los sitios que se podía. Y así lo hicieron, rompieron la llave. Al final abrieron el cofre y había un dineral dentro: 100.000.000 de euros. José dio el 10% a los niños pobres de África, un 20% a los del resto del planeta y a los de Haití, por lo del terremoto, un 40%. (Pedro García Ingunza)

7.- ... En ese momento los dos tuvieron el mismo sueño: se encontraban en un inmenso prado, José llevaba el cofre en las manos al igual que Santiago la llave, entre ellos había una distancia de unos seis metros mientras que a su alrededor únicamente había grandes extensiones de tierra cubierta de verde. Santiago echó a andar hacia José, pero por más pasos que diera la distancia entra ellos seguía siendo la misma. A la vez que andaba tenía la sensación de llevar un gran peso encima y decidió despojarse de sus pertenencias hasta quedarse solo con su camisa y sus pantalones; en ese momento sintió que mientras avanzaba la distancia entre los dos se acortaba. Al llegar hasta José le dio la llave en la mano para que de esta manera pudiera abrir el cofre, y el muchacho así lo hizo.

Una vez abierto los dos miraron hacia el interior, Santiago no logró ver nada mientras que a José le invadió una sensación de felicidad en cuanto vio lo que había dentro, el hombre al ver el rostro iluminado del muchacho dibujó una sonrisa en su rostro y en ese momento se despertaron. Santiago comprendió al instante aquel sueño, se dio cuenta de que lo que mostraba el cofre era aquello que daba la felicidad a cada persona, él no había visto nada porque ya lo tenía todo, pero aun así no era feliz. De todas maneras sonreía porque sabía que a miles de kilómetros de donde él estaba, un niño había sentido aquello que él no pudo sentir. En ese momento supo de qué modo debía emplear su inmensa fortuna. (Mar Gil Álvarez)

8.- ...José se teletransportó a un mundo misterioso: Valquiria. Junto a él se teletransportaron la llave de oro y el cofre de madera. Pero un murciélago gigante se los quitó. La llave se volvió negra y con unos extraños símbolos. José corrió y le tiró una piedra al murciélago, al murciélago se le cayó el objeto y José lo cogió y lo abrió. Dentro encontró una microgalaxia (el objeto más poderoso de todos los universos). José lo cogió y el objeto desapareció.

Más tarde aparecieron los Metagolens, que eran un grupo de guardias especiales fortachones y poderosos. Intentando pasar entre ellos, uno le cogió de la pierna y lo estrelló contra una pared. Entonces, José brilló y ... un potente rayo salió de sus manos, electrocutando todos los Metagolens. A continuación se encontró con el guardián Cronos, que era alto delgado y parecido a un joven muchacho. José no sabía que hacer, por eso lanzó un potente rayo, pero Cronos lo paró. Al cabo de un rato, le pegó un puñetazo sónico que le dejó a Cronos hecho pedazos.

Posteriormente, se encontró con Raiku el soberano de Valquiria con aspecto de joven de ojos azules y pelo rubio. Casi al final le metió a Raiku un puñetazo sónico, pero no resultó. José volvió a brillar y de él salió un haz luminoso llamado Súper Nova. Raiku fue destruido y José fue el nuevo soberano amable de Valquiria. Al final, por haber conseguido tantas proezas, José consiguió 1.000.000 de euros. Pero las empresas de Santiago quebraron y se quedó sin un céntimo. José, amable, generoso y comprensivo le dio todo el dinero a Santiago. Santiago, asombrado por la generosidad y amabilidad de José le preguntó si quería vivir con él; y aceptó. Y colorín colorete por la chimenea sale un cohete. (Sendoa Rey)

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