Un representante de Chapman Freeborn en España, Sergio Núñez Cabo, quien tenía por misión negociar con el Ejército español los vuelos que realizaban en 2003 los militares destinados a misiones internacionales, afirmó este martes, en el juicio civil por el siniestro del Yak-42, que la empresa se limitaba a realizar "una labor operacional para la contratación de aviones" y no llevaba a cabo comprobaciones in situ sobre la capacidad técnica de los aparatos, como también ocurrió en el caso del avión Yakovlev 42.
El 26 de mayo de 2003 se estrelló en Turquía dicho avión cuando transportaba a 62 militares españoles desde Afganistán a Zaragoza, accidente en el que todos los ocupantes resultaron muertos.
Núñez Cacho fue el primero en comparecer en la mañana de este martes en el nuevo juicio civil contra la compañía aérea Ukranian Mediterranean Air (UM Air), la contratista Chapman Freeborn y la aseguradora Busin Joint Stock, como supuestas responsables civiles del vuelo. Los familiares de las víctimas piden unos 60 millones de euros en concepto de indemnización.
El testigo declaró ante la juez que, no sólo Chapman Freeborn no inspeccionaba in situ los aviones, sino que tampoco tenía un conocimiento preciso sobre la tripulación. De hecho, Chapman desconocía que el ingeniero de vuelo tenía el certificado médico caducado, aunque este documento es obligatorio para poder formar parte de la tripulación de un aparato.
Se descartó otro avión
Sergio Núñez explicó que su labor consistía en garantizar que "en la fecha indicada" en el contrato que Chapman firmara con el cliente, en este caso el Ejército español, los aviones estuvieran listos y comentó que la contratista solía ofrecer varios aviones a los clientes para que estos eligieran el más adecuado.
En el caso del vuelo de ida y vuelta de España a Afganistán que debían realizar los 62 militares españoles fallecidos en el accidente, Chapman ofreció al Ejército realizar el vuelo en un aparato del modelo, también ex-soviético, Tupolev, lo que fue desechado por el Ministerio de Defensa por tener menor capacidad para el transporte de pasajeros.
Núñez indicó que el Ejército español tenía "problemas" para conseguir que las compañías nacionales de aviación civil realizaran los vuelos, por las insoslayables dificultades que conlleva realizar operaciones aéreas en zonas de guerra, como es el caso de Afganistán, de ahí que las compañías de los países ex-soviéticos, como la antigua República socialista de Ucrania, hayan encontrado un mercado en este campo.
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