Rosa Villalba «el futuro de madrid es de todo, menos verde»

Rosa Villalba, 41 años, jardinera del Retiro desde hace 15. Su dibujo del mañana es desolador: «En 50 años no encontraremos árboles al mirar arriba. Veremos el cielo pelado».
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H.C.
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Antes de subirse a los árboles, Rosa Villalba les pide permiso. Desde lo alto puede ver la contaminación en forma de boina negra que cubre Madrid. Ser especialista en podas precisa fuerza y entrenamiento: Rosa hace ejercicios de estiramiento antes de subirse, se coloca un arnés de seguridad y allí arriba, con mucho mimo, susurra y habla a los árboles.

Trabaja como jardinera en el Retiro desde hace 15 años y está implicada en una lucha contra las talas masivas que tan de cerca nos tocan en Madrid. «Cuando arrasan árboles que tienen mi edad dicen que plantarán diez. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Un árbol de 40 años es un árbol constituido, que se busca la vida con sus raíces y apenas le hace falta agua. Los arbolitos necesitarán riego continuo, cuidados... Y eso en una época de sequía grave como ésta».

Rosa habla de ellos como si fueran personas. Es posible que no nos diferenciemos demasiado, a pesar de que en la ciudad nos quieran distanciar de nuestros orígenes con tanta sofisticación.

La gravedad del asunto la hace estar tensa y concentrada, porque quiere enumerar las tropelías. Ha escrito una lista y la mira de vez en cuando. «El futuro lo veo de todo, menos verde. En Madrid, al ritmo que vamos, nos tendrán que dar una botella de oxígeno para poder vivir. Tendremos que pagar por respirar. Nuestra filosofía es la de ‘el último que apague la luz’».

Se le relaja la cara cuando habla de su trabajo y de su otra vocación, la de periodista –es redactora jefa de la revista La Jardinera, que edita CC OO–, pero sobre todo se ilusiona con la cercanía de las ramas. Cuando está en lo alto de un árbol, el mundo que ve es otro: pájaros, insectos, el sonido de las hojas... De pequeña quería ser piloto y piensa que lo ha conseguido. Nunca trabaja con los pies en la tierra: «Me despego del suelo y las ramas me acogen».

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