Las dos niñas de 12 años que el pasado mes de octubre fueron agredidas sexualmente a bordo del autobús escolar por nueve compañeros de su instituto (el IES Atenea de Villalbilla) son las víctimas de un delito, pero nadie lo diría.

Las pequeñas, que todavía no pueden hacer vida normal y acuden "todas las semanas" al psicólogo (según explica la madre de una de ellas), han tenido que alterar su vida para librarse de la presencia de sus agresores. Y es que, de los nueve menores que participaron en las vejaciones, sólo cinco han sido expulsados completamente del centro y otros cuatro continúan acudiendo a clase con normalidad tras la expulsión cautelar.

En el autobús público

Fue por eso por lo que José Manuel y su mujer M.ª del Carmen decidieron cambiar de centro a su hija, que desde noviembre está en un instituto concertado. "No nos daban otra opción porque nos ofrecían un centro público en Arganda (sin ruta escolar) y otro en Mejorada, pero tenía que compartir el autobús hasta Velilla con dos de los niños expulsados", dicen.

Menos suerte ha tenido Dora (madre de la otra niña agredida), que, al no poder pagar las cuotas del concertado y tener las mismas opciones de Mejorada y Arganda, mantiene a la pequeña en el Atenea. "Mi hija quiere cambiarse, pero dónde".

Para no coincidir con los agresores (cuatro de los cuales reconocieron el lunes los hechos y cumplirán 12 meses de servicios sociales), la hija de Dora tendría que coger sola un autobús público hasta otro municipio y "salir corriendo del instituto donde está su hermana y sus amigos", aunque "ella es la víctima". Desde la Consejería de Educación aseguran que Dora no ha solicitado aún el traslado de su pequeña, que José Manuel pidió el centro concertado y que los protocolos se han aplicado.