Felipe Riaño, analista de Inverta, justifica esta expansión como «una consecuencia de un mercado estable como el nacional». Sin embargo, otros expertos hablan de una prevención contra las pérdidas que provocaría un hipotético pinchazo de la famosa burbuja inmobiliaria.
Uno de los países con más éxito es Portugal, «una buena opción por el momento de su mercado», explica Rui Meneses, director de Lar Crea. A la proximidad geográfica y cultural se unen los bajos precios y su ritmo de crecimiento, por debajo del 5% anual. Marruecos empieza a despuntar. De hecho, un grupo español es responsable del conjunto residencial más importante del país, con chalés de lujo a partir de 110.000 euros en la costa mediterránea de Saïda.
A pesar de los buenos resultados, Riaño advierte. «No se sacará la misma rentabilidad que en España, pero es importante que esa rentabilidad sea duradera».
La atracción del este
La ampliación de la Unión Europea hace poco más de un año supuso el pistoletazo de salida para las inmobiliarias y hoy ya se pueden comprar viviendas con sello español en pleno centro de Budapest por 1.400 euros el metro cuadrado (en España la media son 1.800). Aunque son mercados inestables y con carencias jurídicas y financieras, ofrecen la posibilidad de una gran rentabilidad sin una inversión excesiva. Además de Hungría, los inversores se decantan por Polonia, República Checa y, recientemente, Bulgaria y Rumanía, dos países que han despertado mucho interés ante su próxima entrada en la UE.
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