Cada vez hay menos bancos en los que sentarse en las calles y plazas de Madrid

  • La capital gana espacio para los peatones, pero éstos no podrán hacer una parada si se cansan.
  • En Centro, Latina y Tetuán es donde menos bancos públicos quedan.
Una turista descansa en el solitario butacón de la peatonalizada plaza de Callao.
Una turista descansa en el solitario butacón de la peatonalizada plaza de Callao.
JORGE PARÍS
Una turista descansa en el solitario butacón de la peatonalizada plaza de Callao.

Pasear por Madrid y sentarse a descansar en un banco público es cada vez más difícil en Centro, Latina y Tetuán, los distritos donde, según la Federación de Asociaciones de Vecinos (Fravm), más ha disminuido este mobiliario urbano en los últimos años. Además, los asientos que se instalan son "incómodos y antiestéticos", se quejan.

Que en la capital hay pocos bancos lo corroboran los ancianos que frecuentan el Centro de Mayores de la plaza del Descubridor Diego de Ordás (Chamberí). "Sólo hay uno en toda plaza y tienen que salir a Santa Engracia, que suele estar ocupado por los Bomberos", confirma una vecina que pide algún banco más en una plaza tan grande. Más suerte tienen Hortaleza y Retiro, que figuran como los más amueblados gracias a sus numerosos parques y jardines. La Fravm espera que, al menos, no se olviden de poner asientos en el eje Prado-Recoletos y en Madrid Río.

Modelo antimendigos

"Los bancos se instalan con cuentagotas y más con un criterio estético que de servicio público", afirman desde la Fundación para el Progreso de Madrid, donde también lamentan la merma de este mobiliario urbano.

Pero no todos los afectados por su desaparición la lloran de la misma manera. "Es una pena quedarse sin bancos, pero al mismo tiempo muchos soportamos que se conviertan en viviendas permanentes y núcleos de mendicidad", asegura el presidente de la asociación de vecinos del barrio de Justicia (Centro).

Algo para lo que el Ayuntamiento de Madrid ha encontrado una solución salomónica: incorporar un tercer brazo justo en el medio del banco, lo que impide tumbarse en él. Este modelo se concentra en la zona centro y no por casualidad: el 41% de los 553 sin techo censados en la capital se refugian allí, según el según el último censo municipal.

Butacones aislados

A esta clase hay que sumar el banco sin respaldo, que puede verse en la plaza de Santo Domingo o el butacón aislado que decorara la renovada plaza de Callao. "La estética se ha sofisticado mucho", sentencia el experto en toponimia madrileña Luis Miguel Aparisi, quien está de acuerdo con que los nuevos son "incómodos".

Mientras el Consistorio asegura que sigue poniendo bancos y reparando los que hay, desde el Colegio de Arquitectos reclaman alguno más para poder disfrutar sentados del patrimonio arquitectónico de la capital.

Sillas de pago en Recoletos

La afición de los madrileños por observar el ajetreo de la capital cómodamente sentados no es nueva. Ya en 1919, un servicio de sillas de pago permitía a los paseantes tomarse un respiro tras patear el Paseo de Recoletos. También había bancos en la mismísima Plaza Mayor bajo la agradable sombra de los árboles que antaño poblaban la céntrica plaza (hoy sólo quedan algunos en torno a las farolas).

Permanecen, eso sí, los del Retiro, donde ya hay documentos gráficos de 1958 que hacen referencia a su uso público. Y, además, la capital dispone de un monumento al lector en la plaza de la Paja: una hombre lee ávidamente un periódico sentado, como no podía ser de otra manera, en un banco.

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