Un nuevo rostro para el viejo romanticismo

  • El siglo XIX en España cuenta por fin con un museo de rango nacional.
  • El nuevo Museo del Romanticismo es una vuelta de tuerca al antiguo, llamado Romántico, y está situado en el mismo palacio madrileño.
  • En el primer mes tras su inauguración ha recibido ya 19.000 visitantes.
El salón de baile del Museo Nacional Del Romanticismo, con un piano de época en primer plano y retratos al óleo de fondo.
El salón de baile del Museo Nacional Del Romanticismo, con un piano de época en primer plano y retratos al óleo de fondo.
N. S.
El salón de baile del Museo Nacional Del Romanticismo, con un piano de época en primer plano y retratos al óleo de fondo.

Lo que queda de aquella burguesía que se supo próspera y culta son los objetos que forjaron su credo ensimismado: pitilleras de nácar, jofainas de opalina y escupideras de cristal. Fetiches imperecederos de una elite liberal que jugó la baza de lo efímero y cuyos vicios privados -y virtudes públicas- sirven hoy para saciar nuestra sed divulgativa.

El Museo Nacional del Romanticismo (antes Museo Romántico) descubrió su rehabilitada fachada neoclásica el pasado mes de diciembre, todavía a tiempo para reclamar su poquito de gloria en el año del bicentenario del nacimiento de Larra. La reforma integral de forma y fondo, emprendida en 2001 y terminada con unos meses de retraso por un revés arquitectónico, ha satisfecho el propósito ambicioso de su nueva directora, Begoña Torres, de "homenajear a una época riquísima, pero maltratada".

Reloj dorado

El nuevo museo comparte con el antiguo el edificio (el madrileño palacio del Marqués de la Vega-Inclán, filántropo y fundador de la institución) y el grueso de la colección permanente, con un fondo de casi 8.000 piezas. Se distancia en cambio de sus pasados fallidos por el rango (ahora ostenta categoría de nacional) y por un plan museológico que combina el gusto por la anécdota de las casas museo con la ambición artística de las grandes instituciones.

Torres rebosa satisfacción. En su primer mes el museo ha recibido 19.000 visitas. Desde el romanticismo, la juventud no ha dejado de reproducir clichés románticos. Ella lo sabe y quiere aprovecharlo para su museo. Habla con deleite de lo que vendrá, una exposición dedicada al movimiento gótico; aunque lo más cercano -pues hay que hacer por recuperar el año perdido- sea un monográfico en marzo sobre Larra, con fondos inéditos donados por uno de sus descendientes.

Se ha escrito que la actitud romántica consistió en un amor por lo inclasificable. En las 1.270 piezas que la exposición permanente de este museo muestra, hay detalles de ese amor en los aguafuertes de sombrías ruinas romanas, en los minuciosos tocadores de marfil, en los abrecartas de plata, en una miniatura de Goethe y otra de Napoleón II, o en la imagen grotesca de Mefistófeles.

Sátira del suicidio RománticoPero el siglo XIX español, además de imitar al sueño de la razón europea, su desencantamiento del mundo, adaptó la moda romántica a sus peculiaridades. La representación ideal de tipos hispanos (bandoleros, serranillas, toreros), el lujo asiático y la sugestión de una piedad tenue compartieron protagonismo con la rebeldía agónica de los literatos (satirizada con tanta gracia en los cuadros de Leonardo Alenza, joyas de la colección preferidas por la directora) y las inflamadas tertulias sobre el destino político liberal.

Recogimiento y exceso. Horror vacui. Juegos fúnebres con una muerte siempre presente, sobre todo en la infancia y adolescencia. El gabinete de un genio suicida y los aposentos de una dama coqueta con mucho mundo interior. En su simulacro oriental, el fumador. Pianos, lámparas de araña y un portafolio de Mendizábal. Todo eso es el museo. Y el retrato de un papa pintado por Goya.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento