Desastres naturales como el terremoto que este martes arrasó la ciudad de Puerto Príncipe son inevitables, pero el número de víctimas, se habla de más de 50.000,  depende de la solidez de los cimientos de un país y ésa es labor de gobernantes. Pero parece que Haití tiene tan mala suerte con la naturaleza -huracanes y terremotos- como con sus gobernantes, hombres que no han hecho sino empobrecer al más miserable de los países de América. Uno de ellos fue Jean Claude Duvalier, apodado 'Baby Doc', quien tras ser expulsado del país en el año 1986, vivió una vida de absoluto lujo en la Riviera francesa.

Jean Claude era hijo del dictador François Duvalier, el hombre que sometió a los haitianos a una dominación dictatorial sanguinaria sin igual durante quince años, hasta que fue relevado en 1971 por su hijo. Su llegada al poder establecía una dinastía en la isla y le pilló con tan solo 19 años.  Era el presidente más joven del mundo y pronto prefirió dejar en manos de su madre las sombrías labores de Gobierno para disfrutar de las mieles y las fiestas de su cargo público.

Era un despilfarrador y un 'playboy', pero el pueblo haitiano y la comunidad internacional le dieron la bienvenida porque supo posicionarse más conciliador que su padre, quien encarceló, asesinó y ultrajó sin piedad a sus opositores y se saltaba a la torera el respeto a los derechos humanos. Este beneplácito se empezó a frustrar cuando Duvalier celebró un ostentoso y multimillonario enlace con Michelle Bennett, cuyo padre había intentado matar a François Duvalier.

Expolio, droga y tráfico de órganos

El matrimonio amasó una gran fortuna a base de expoliar las arcas nacionales, enviando fondos a bancos suizos a través de ONG ficticias. Y eso mientras los haitianos no tenían ni agua potable, ni electricidad y vivían, y siguen vivendo, mayoritariamente en barriadas de chabolas insalubres. Los servicios de inteligencia de EE UU le acusaron a él de cocainómano y le relacionaron con el tráfico de drogas internacional y también con el de órganos, pues al parecer mandaba cuerpos de haitianos, sin permiso, a universidades del extranjero para proyectos científicos.

Una insurrección en 1986 apoyada por los EE UU le obligó a dimitir. Pero no se fue de vacío. Duvalier y esposa se llevaron mas de 100 millones de euros con ellos a la Riviera francesa, a una vida de príncipes con su castillo, su Ferrari y sus tiendas de lujo.

Los últimos 20 años vividos a todo tren y el divorcio de Michelle Bennett parecen haber arruinado al pequeño Duvalier, que tiene 57 años en la actualidad y al que los medios de comunicación franceses sitúan en un apartamento de una habitación en París. El pasado verano, Suiza decidió requisarle la última cuenta que tenía. Fueron 4,3 millones de euros que tenían que ser devueltos a Haití al no haber conseguido probar Duvalier su origen legítimo. No le vendrá mal al país ahora ese dinero, aunque necesite mucho más, para ayudar a los tres millones de afectados por el terremoto.