El Ivima realoja en Vallecas a la joven de San Martín agredida por sus vecinos

Isabel, en su nueva casa.
Isabel, en su nueva casa.
JORGE PARÍS
Isabel, en su nueva casa.

Isabel ya no tiene miedo cuando sale a comprar o baja a las reuniones de la comunidad de vecinos. Esta mujer, hasta hace tres meses residente en San Martín de la Vega, vivía en un piso del Ivima atemorizada por la familia de la puerta de al lado, que intentó dejarla ciega con un spray y contra la que tenía una sentencia judicial, según publicó 20 minutos el 21 de julio pasado tras recibir una carta "desesperada" de Isabel.

La joven había comunicado su situación al Ivima y llevaba casi siete años esperando un traslado a otro domicilio, mudanza que no acababa de llegar. Por fin, tras tres fianzas entregadas y dos intentos fallidos, el esperado realojo se ha ejecutado a primeros del pasado mes de septiembre.

Feliz e ilusionada, Isabel enseña su casa, en la que no falta ni un solo detalle. "Poco a poco" se repite a sí misma mientras se evidencia el cambio en quien estuvo tan cerca del precipicio. "Vuelvo a tener ganas de vivir", dice.

Lucha por sus dos hijas

Y es normal, porque su hija mayor (con ordenador y cuarto propio en la nueva casa) ya ha pasado varios fines de semana con ella, aunque reside habitualmente con la familia paterna. Su otra hija (de cuatro años) permanece bajo la tutela de Servicios Sociales y no la ve desde mayo. Ése es el gran drama de Isabel, que piensa seguir luchando hasta recuperarlas a ambas.

Por fortuna percibe la renta mínima de inserción, le han devuelto las fianzas entregadas y recibe ayuda de su hermana, que vive muy cerca.

"A veces ceno en su casa y gracias a sus lentejas estoy engordando", dice sonriendo. Por lo menos, ahora puede llegar a casa de los suyos en bicicleta y la pesadilla vivida en de San Martín (donde se encontraba aislada) queda muy lejos. Sólo espera que en breve sus hijas puedan volver a vivir con ella.

Empleo de cajera o reponedora

Su nueva vida exige un empleo que le permita ser independiente económicamente. Por ese motivo, todos los días recorre el barrio dejando currículos en los centros comerciales. "Busco trabajo de cajera o reponedora. Lo que sea", explica, aunque sabe que está difícil. Confía en que la campaña de Navidad le abra las puertas a poder cobrar su primer sueldo.

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